martes, 5 de octubre de 2010

La herida del crimen de Barbados no ha cerrado para Haymel

La Habana, 5 oct (AIN) Para la hija del copiloto del DC 8 de Cubana de Aviación hecho explotar en pleno vuelo, 34 años es demasiado tiempo aguardando por un juicio honesto contra los autores intelectuales de aquel horrendo sabotaje.

En declaraciones que hoy publica Juventud Rebelde Bajo el título, Los asesinos andan sueltos, la doctora Haymel Espinosa alude a las declaraciones del terrorista salvadoreño Francisco Chávez Abarca, las cuales bastarían para encausar inmediatamente a los culpables, en este caso Luís Posada Carriles y Orlando Bosch.

Pueden decirme hoy mismo que Posada Carriles murió, que mi dolor no cambiará, afirma categóricamente; se trata de que lo juzguen como lo que es: un asesino camuflado en muchísimos nombres, un reclutador de desalmados que cobran dos mil dólares por cada bomba que estalle bajo su mandato, denuncia.

Al evocar aquel día que recuerda la historia como el crimen de Barbados, la especialista en Ortopedia del Hospital Militar Carlos J. Finlay,  que contaba entonces con 10 años de edad, prefiere que su madre, Eudelia Gómez González, no esté presente durante la entrevista, ya que hablar del suceso aún provoca mucho llanto en su progenitora.

La herida no ha cerrado para ella ni para nadie en la familia, afirma adolorida por aquel salvajismo que la dejó huérfana a tan temprana edad.

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