
Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
No importa la sequía, la reducción de los cultivos de maíz, el
aumento de precios de los alimentos o la posibilidad de escasez de
granos a nivel mundial, vamos a hablar de los males del petróleo
extranjero.
Este fue el mensaje emitido la semana pasada por los grupos de
presión del etanol sólo un día o dos antes de que José Graziano da
Silva, el director de la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura llamara a “una suspensión inmediata y temporal” de las
órdenes de los Estados Unidos sobre el etanol de maíz para “dar un
respiro al mercado y permitir que una mayor cantidad de cosecha se
canalice hacia las necesidades alimenticias”.
Da Silva estaba respondiendo al alza de los precios del maíz, que se
elevó por encima del 60 por ciento en los últimos dos meses. Hace poco
se pagaron 8,49 dólares por bushel (unidad de medida anglosajona, N. del
T) su punto más alto de todos los tiempos. Y si las condiciones de
sequía en los Estados Unidos y Europa continúan, los precios seguirán
subiendo.
Da Silva no está solo preocupado por los precios del grano. El
martes, Shenggen Fan, director del International Food Policy Research
Institute, dijo a Bloomberg que una crisis alimentaria global “nos puede
golpear muy pronto” debido a la sequía. Fan continuó diciendo: “Hay que
detener la producción de biocombustibles. Es lo que hace subir los
precios mundiales de los alimentos y muchos pobres, especialmente
mujeres y niños, sufren”.
Pero no importan las mujeres y los niños, dice Brooke Coleman, el
director ejecutivo del Consejo de avanzada del etanol, uno de los muchos
grupos de presión de los biocombustibles. El 8 de agosto, Coleman
defendió los acuerdos sobre el etanol de maíz diciendo que “el problema
es nuestra dependencia del petróleo extranjero, lo que a su vez eleva
los costos a miles de millones de dólares y es un gran costo para la
economía y el medio ambiente. La Norma de Combustibles Renovables, que
impulsa la fabricación estadounidense de combustible en el mercado, es
parte de la solución”.
Growth Energy in, otro grupo de presión del etanol, tenía un mensaje
casi idéntico. El 8 de agosto, el consejero delegado del grupo, Tom
Buis, emitió una declaración en defensa de la producción nacional de
etanol de maíz y desestimó las críticas por “atar la producción de
biocombustibles a supuestos encarecimiento de los alimentos”. Continuó
diciendo que los esfuerzos para limitar los acuerdos sobre el etanol de
maíz sólo serían “para mantener a nuestra nación adicta al petróleo
extranjero. El etanol reduce nuestra dependencia del petróleo
extranjero, crea puestos de trabajo aquí en Estados Unidos, mejora
nuestro medio ambiente, revitaliza las comunidades rurales y es ahorro
de dinero para los consumidores”.
Para el lobby del etanol, el fantasma del petróleo extranjero es una
trampa para todo, incluyendo el sentido común. Pero no hay que ser
economista para entender por qué el sector del etanol está impulsando
los precios de los alimentos.
Este año alrededor de 4,3 millones de
bushels
de maíz se convertirán en combustible para motores, según las
declaraciones de Bill Lapp, presidente de Soluciones Avanzadas de
Economía, una empresa de consultoría sobre productos básicos con sede en
Omaha. Esto significa que habrá un aumento de casi el 37 por ciento de
la cosecha de maíz de este año, -estima Lapp- que llevará a alrededor de
11,6 millones de bushels, desviados a la producción de etanol.
Compare esas cifras con las de 2005, cuando el maíz se vendía por
sólo 2 dólares por bushel. Ese año, 1,6 millones de bushels de maíz, o
alrededor del 13 por ciento de la producción nacional de maíz de se
destiló a la producción de etanol.
Al aumentar drásticamente el volumen de etanol que debe mezclarse en
nuestros suministros de gasolina, en sólo siete años el Congreso casi
triplicó la cantidad de maíz que antes se destinaba a la producción de
alimentos y pasa ahora a la producción de combustible. Y con la peor
sequía en los campos de maíz que se recuerda, esos acuerdos están
perjudicando a los consumidores que ya están siendo azotados por el
desempleo persistentemente alto y una economía débil.
Un estudio reciente publicado por una coalición de productores de
alimentos, entre ellos la Federación Nacional del Pavo, National Pork
Producers Council y la Asociación Nacional de Ganaderos de Carne,
concluyó que, desde 2007, cuando los acuerdos del etanol entraron en
vigor, los precios de los cultivos intensivos para los alimentos como
los cereales, productos para panificar, de las carnes, aves, huevos,
grasas y aceites han aumentado a casi el doble de la tasa de inflación
general. Este estudio es uno de al menos 16 informes, publicados por
entidades que van desde la Universidad Purdue hasta el Banco Mundial,
las cuales han vinculado los acuerdos del etanol con los costos de los
alimentos.
El mes pasado, Ken Powell, consejero delegado de General Mills, el
sexto productor de alimentos más importante, dijo que los acuerdos de
los granos de maíz destinados a etanol encabezaban el aumento de los
precios de los alimentos debido a que los precios del maíz y el trigo
“van unidos”.
Para entender por qué la estafa del etanol de maíz está afectando a
los precios del grano, considere esto: el sector del etanol de maíz
estadounidense consume ahora tanta cantidad de grano como la totalidad
del ganado de este país. Este años se han utilizado alrededor de 4600
millones de bushels de maíz para la alimentación del ganado. Por lo
tanto, los automovilistas estadounidenses están quemando en sus coches
casi tanto maíz como el que alimenta a todos los pollos del país, pavos,
ganado vacuno, porcino y pescado
combinados.
¿Necesita otra comparación? Este año, la flota de automóviles de los
Estados Unidos va a consumir dos veces el cultivo de toda la Unión
Europea. Dicho de otra manera, el sector del etanol de maíz de EE.UU.
quema casi tanto como producen Brasil, México, Argentina e India juntos.
¿Necesita otra comparación? Este año, los EE.UU. están utilizando
alrededor del 13 por ciento de la producción global de maíz, que es
aproximadamente el 4,6 por ciento de
todo elgrano de la
producción mundial, para poder producir una cantidad de etanol que
contiene la energía equivalente a siete décimas del uno por ciento de
las necesidades mundiales de petróleo.
A pesar de estos hechos, el gobierno de Obama se ha convertido en un
bien dispuesto cómplice de la industria del etanol de maíz. El
Secretario de Agricultura Tom Vilsack,(ex gobernador de Iowa) alaba
rutinariamente al sector de etanol de maíz. En febrero, durante un
discurso en la Conferencia Nacional de Etanol del 2012, dijo que
“tenemos una deuda de gratitud con los productores de etanol en este
país”. Mientras tanto, la EPA-
Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos -está
haciendo todo lo posible para obligar a aumentar el suministro de
gasolina a pesar de las objeciones de una amplia coalición de grupos que
van desde fabricantes de comestibles a la industria petrolera.
Durante muchos años se ha vendido la gasolina que contiene diez por
ciento de etanol, o E10. Pero con demasiado etanol en sus manos, la
industria del combustible puso en marcha una intensa campaña de lobby en
la EPA para convencer al organismo de aumentar la mezcla permitida al
15 por ciento, o E15. Y hace unas semanas la agencia dio la aprobación
final del paso a la E15, aunque sólo alrededor de un cuatro por ciento
de todos los vehículos de motor en los EE.UU. están diseñados para
quemar el combustible con mayor cantidad de etanol.
El EPA aprobó el paso a la E15 pesar de las objeciones estridentes de
grupos como el Outdoor Power Equipment Institute, que dice que el
combustible que resulta de la mezcla con mayor cantidad de etanol es
“peligroso” y podría dañar o arruinar los motores utilizados en los
generadores, cortadoras de césped y otros dispositivos. Otros muchos
grupos de comercio, incluyendo la Alianza de Fabricantes de Automóviles y
American Petroleum Institute, también han estado luchando contra el
paso a la E15. Toyota Motor Corporation ha tomado la inusual decisión de
agregar una etiqueta a los tapones de gasolina de los coches nuevos que
se venden en Estados Unidos. La etiqueta advierte que “solo hasta la
gasolina E10″.
El año pasado, Peter Brabeck-Letmathe, presidente de la suiza Nestlé,
gigante de la comida, declaró que el uso de cultivos alimentarios para
producir biocombustibles era una “locura absoluta”.
Tiene razón, por supuesto. Pero lo irritante sobre esta locura es que
todo esto era fácil de predecir. Los representantes en el Congreso que
imponen la estafa de etanol al pueblo estadounidense deberían haber
sabido que las sequías ocurren, que los cultivos de maíz no pueden
crecer hasta el infinito.
David Swenson, un científico asociado en el departamento de economía
en la Universidad Estatal de Iowa me dijo recientemente que Iowa no
había tenido una sequía tan dura desde 1988 y que la actual sequía “la
emula. Nos olvidamos de los nacimientos, del dolor, y de las lecciones
aprendidas”. En las últimas dos décadas, dice Swenson, los EE.UU. han
tenido buenas cosechas de maíz, y “esa suerte permitió que se cuelen las
políticas de combustibles renovables sin ser tratadas seriamente. Todo
el mundo se olvidó de la Madre Naturaleza”.
Hoy en día, la Madre Naturaleza está tomando su venganza. Y los
consumidores aquí, en los EE.UU. y en el extranjero, están pagando el
precio. La única pregunta es si los burócratas irresponsables en la
administración de Obama y sus facilitadores dispuestos en el Congreso
finalmente pondrán un fin a la locura del etanol.
Robert Bryce es el autor de Power Hungry: Los mitos de la energía “verde” y los combustibles reales del futuro.