sábado, 12 de marzo de 2011

Nuestra virtud como periodistas no será nunca ser inocuos

Julio García Luis, premio Nacional de Periodismo José Martí 2010

Julio García Luis, premio Nacional de Periodismo José Martí 2010

Mensaje de Julio García Luis, Premio Nacional de Periodismo José Martí/2011, enviado al acto de entrega de este reconocimiento, el más importante de la prensa en Cuba. Julio se encuentra en Venezuela cumpliendo misión académica.

Queridas compañeras, queridos compañeros:

El Premio me ha sorprendido en medio de un compromiso docente con los estudiantes de Maestría en Comunicación en la hermana República Bolivariana de Venezuela.

Nada me habría gustado más que poder estar allá y decirles estas palabras de viva voz, pero sé que ellas estarán en la voz de César y que él las leerá mucho mejor de lo que yo hubiera podido hacerlo.

No debo ocultar mi felicidad personal al recibir el Premio Nacional de Periodismo “José Martí”, que llega en un punto de giro de mi vida laboral, ni el orgullo de poder representar en este instante el trabajo excelente de los compañeros y compañeras que ganaron el Premio “Juan Gualberto Gómez”.

Es en nombre de todos, con humildad y compromiso, que agradezco estos reconocimientos, como agradezco la labor del tribunal y el celo con que nuestra Unión de Periodistas cuida de la dignidad de estos estímulos.

Los periodistas –que no vivimos por cierto de las alabanzas– podemos tener este breve paréntesis de recuento y homenaje sin temor a la inmodestia, porque estos premios nos pertenecen en realidad a todos, son como símbolos del esfuerzo común de nuestro gremio, y en ellos queremos ver representados a los que pasaron ayer por las redacciones, a los que las llenan hoy, y también a los que están en camino.

A mí me gustaría pensar hoy que en mi diploma están desde sombras ya distantes como Vicente Cubillas, Agustín Pi y Bobby Salamanca, hasta mis estudiantes de Periodismo de primero a quinto años, pasando por la lista interminable de jóvenes graduados, amigas y amigos de la prensa en toda Cuba.

Lo realmente importante es que estos reconocimientos se transformen en valores y en fuerza para marchar adelante.

Sé que ninguno de nosotros, presentes y ausentes, interpretamos estos estímulos de modo complaciente, como que ya no hay nada a lo cual aspirar y por lo cual luchar en el periodismo cubano.

Sé, y me alegra, que todos pensamos justamente lo contrario.

Hemos recorrido un camino ya largo, de más de medio siglo. Es verdad. Pudiéramos enorgullecernos de infinidad de logros, de nuestra lealtad revolucionaria a toda prueba, de nuestra disciplina, de los principios inconmovibles que hemos sabido establecer y defender, para el funcionamiento de una prensa que debe ser alternativa ética, política y profesional frente al modelo avasallador del capitalismo. Y sin embargo, siento en este día que apenas estamos comenzando.

Nuestro periodismo, metafóricamente, se levanta cada mañana ante una página en blanco. Bien sabemos cómo nos hace sudar y temblar y pensar y revolvernos en el asiento, todos los días de nuestras vidas, esa página en blanco que debemos llenar inexorablemente. ¿Qué haremos? ¿La abandonaremos? ¿La escribiremos de cualquier modo, para salir del paso? De seguro que no podríamos perdonárnoslo jamás, y que sería un suicidio.

Miremos el mundo que nos rodea, cargado de peligros e incertidumbres. Miremos a las tareas enormes, complejas, tampoco exentas de riesgos, a las que nuestro país se encara con decisión en lo interno. Sólo un nuevo y poderoso triunfo de la conciencia, sólo un nuevo impulso al espíritu revolucionario, nos sacará a puerto seguro, si es que existe ese puerto totalmente seguro.

Eso no se podrá lograr sin una prensa que también se actualice y crezca a la altura de los desafíos de este siglo. Para eso nos hemos preparado. Para eso hemos acumulado maestría, cultura, patriotismo y masa crítica, a lo largo de décadas. No somos flojos y sabremos ser el sujeto de todo lo más que podemos y queremos darle a la Revolución.

La prensa cubana no es la solución de todos los problemas, pero puede contribuir mucho más a solucionar muchos problemas. Nuestra virtud no será nunca ser inocuos, sino ser inteligentes guerreros de vanguardia en la confrontación de ideas, en todos los espacios, a toda hora, desde Granma hasta las redes sociales e Internet.

Este empeño lo dirige el Partido, lo inspiran Fidel y Raúl, lo deben acompañar las instituciones y la sociedad toda, y todos deben saber que la prensa y los periodistas no pretendemos ningún protagonismo especial, sino solo ocupar el lugar y cumplir la misión que nos toca al servicio de nuestro pueblo.

Pienso hoy con devoción en Martí, que da nombre a este Premio y cuya memoria luminosa preside este acto. Lo puedo ver, en estos días de marzo, en la noche helada de Nueva York, inclinado sobre el que sería el primer número de su periódico. Y puedo ver cómo sale de su pluma aquella frase: “eso es Patria en la prensa: es un soldado”. Y digo con él y con todos ustedes: ¡eso somos la prensa en la Revolución: somos un soldado!

Los saludo y abrazo a todos.

Gracias por el honor.

Julio García Luis
Maracay, 11 de marzo de 2011


Solidaridad con Puerto Rico

Palabras en el acto celebrado en el Parque Central en ocasión de la Jornada Mundial de solidaridad con la Universidad de Puerto Rico. La Habana, Marzo 11 de 2011.

Compatriotas:

Que nadie se engañe. No estamos aquí simplemente para darle apoyo a Puerto Rico. Venimos sobre todo para cumplir un deber insoslayable. La obligación de expresarle a ese pueblo hermano nuestra inmensa gratitud por lo que ha hecho y hace por nosotros.

Pocos han hecho tanto por los otros pueblos del Caribe y de América Latina como el pueblo de Puerto Rico. El que ha tenido que luchar más tiempo por su independencia, aislado y muchas veces olvidado, en su pequeña isla. El único que ha tenido que enfrentar sólo durante más de cien años al Imperio más poderoso de la Tierra. El que nos enseña que se puede resistir y vencer, y prueba que es posible salvar la identidad, el idioma y la cultura nacional, incluso allí en su reducido espacio ocupado por las tropas, los esbirros y los asalariados del Imperio, asediado por la vulgaridad y el veneno y la mentira de una potencia egoísta y corrupta. Hace tiempo que ellos, los puertorriqueños y las puertorriqueñas, han demostrado que sí se puede, que sí podemos.

Mucho se habla de la terrible amenaza que pesa sobre la Humanidad, de los peligros que la asechan si el Imperio consiguiese establecer su dominio absoluto sobre todo el Mundo. Si tal cosa ocurriese, el planeta entero sería un inmenso Puerto Rico. La isla hermana fue hace más de un siglo la primera presa del Imperio y desde entonces allí se desarrolla la batalla más difícil, la más desigual y por ello la más admirable.

Pero Puerto Rico no ha sido finalmente asimilada. Pese a ser una colonia norteamericana y estar sometida totalmente a las decisiones de Washington, en esa isla diminuta hubo una resistencia más eficaz al modelo norteamericano que en otras naciones formalmente independientes.

El neoliberalismo que triunfó en casi todo el Continente no pudo imponerse completamente en Puerto Rico. No pudo lograrlo porque el pueblo resistió y luchó como pocos desmintiendo la barata propaganda imperial según la cual ese pueblo de rebeldía excepcional era dócil y domesticable.

Porque el Imperio no ha podido tragarse a la isla, la hermana más pequeña y olvidada. No ha podido doblegar a su pueblo y no podrá hacerlo jamás.

No pudo con Pedro Albizu Campos, que soportó la tortura en las peores prisiones de estados Unidos. No pudo con Filiberto Ojeda, que combatió sólo hasta el final contra una jauría de cobardes asesinos. Ni con Lolita Lebrón, ni con Juan Mari Brás quienes dedicaron la vida entera, sin un instante de flaqueza, a la libertad de su Patria. Ni con Santiago Mari Pesquera ni con Carlos Muñiz Varela, víctimas de un terrorismo impune que nunca cesaremos de denunciar. Ni con Antonia Martínez Lagares, mártir del estudiantado boricua, a quien arrebataron la vida en Río Piedras el 4 de marzo de 1970.

En tiempos en que se imponía por todo el Continente el neoliberalismo y su ola de privatizaciones, los puertorriqueños se fueron a la huelga para salvar sus empresas públicas; cuando el Imperio extendía su presencia militar por todas partes, los puertorriqueños consiguieron detenerlo primero en Culebra y más recientemente en Vieques.

La camarilla anexionista que hoy administra la colonia se empeña por destruir las bases y las instituciones fundamentales de la nacionalidad puertorriqueña. La emprendió primero contra el movimiento obrero lanzando al desempleo por decreto a decenas de miles de trabajadores, ataca a la educación pública y trata de privatizarla, arremete contra el Colegio de Abogados, entidad respetada por toda la nación y desde el año pasado concentra su ofensiva sobre la Universidad de Puerto Rico, una institución a la que, por cierto, nunca acudió como alumno ni el actual gobernador colonial ni ninguno de sus principales colaboradores. En su torpe empeño anexionista trata de exterminar y arrancar desde la raíz todo lo que es puertorriqueño, todo lo que alimenta su cultura y su identidad, todo lo que define su ser nacional.

El 11 de marzo de 1971 se produjo el asalto fascista a la Universidad de Puerto Rico y cundió la violencia y la represión sobre todo Río Piedras. Hace cuarenta años los jóvenes rechazaban que se les obligase a participar en la injusta guerra contra el pueblo vietnamita, luchaban por la paz y por un mundo mejor. Entonces los anexionistas imaginaron que mediante el terror aplastarían a aquella generación.

La historia demostró una vez más su profundo error. Los hijos de aquellos luchadores están dando ahora la mejor prueba de que nada ni nadie podrá vencer a su pueblo. Cumple ya un año su hermosa batalla por la libertad y la cultura en la que la juventud boricua está desplegando su poderosa creatividad, renovando el lenguaje y empleando con talento admirable las nuevas tecnologías.

La lucha que libran los estudiantes en Río Piedras y los demás recintos de la Universidad de Puerto Rico debería recibir la más amplia difusión de los llamados medios de información que sin embargo la silencian desde el año pasado.

A nosotros, los cubanos, nos toca hacer todo lo que podamos para que crezca la solidaridad con Puerto Rico y con su juventud. Es nuestro deber exigir que sean liberados los patriotas que jamás han dejado de luchar, sin causarle daño alguno a nadie, por la independencia de su Patria como el compañero Oscar López Rivera, quien nunca debió ser prisionero y quien hace años debía haber sido liberado.

Debemos exigir su libertad inmediata. Como la de Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René. Ellos han recibido siempre de nuestros hermanos puertorriqueños una solidaridad incesante que agradecemos especialmente.

Quienes deben ser encarcelados son los asesinos de Santiago Mari Pesquera y Carlos Muñiz Varela. NO dejaremos de exigirlo.

Porque somos uno y lo hemos sido siempre. No lo olvidemos nunca.

Es lo que debemos jurar aquí, junto al Apóstol que proclamó: “Unas son en el porvenir, como han sido unas en el pasado, el alma de Lares y el alma de Yara.” Ante él que prometió “en los tiempos que se abren, los de Ponce y San Juan caerán en Yara y en las Guásimas, y los de Cuba caerán por Puerto Rico”.

Viva Puerto Rico Libre.


Reflexiones de Fidel: Los dos terremotos

Un fuerte terremoto de magnitud 8,9 estremeció hoy a Japón. Lo más preocupante es que las primeras noticias hablaban de miles de muertos y desaparecidos, cifras realmente inusitadas en un país desarrollado donde todo se construye a prueba de terremotos. Incluso, se hablaba de un reactor nuclear fuera de control. Horas después se informó que las cuatro plantas nucleares próximas a la zona más afectada estaban controladas. Se informaba igualmente de un tsunami de 10 metros de altura, que provocó alerta de maremoto en todo el Pacífico.

El sismo se originó a 24,4 kilómetros de profundidad y a 100 kilómetros de la costa. De haberse producido a menos profundidad y distancia, las consecuencias habrían sido más graves.

Hubo desplazamiento del eje del planeta. Era el tercer fenómeno de gran intensidad que se producía en menos de dos años: Haití, Chile y Japón. No se puede culpar al hombre de tales tragedias. Cada país, con seguridad, hará lo que esté a su alcance para ayudar a ese laborioso pueblo que fue el primero en sufrir un innecesario e inhumano ataque nuclear.

De acuerdo con el Colegio Oficial de Geólogos de España, la energía liberada por el sismo equivale a 200 millones de toneladas de dinamita.

Una información de última hora, transmitida por la AFP, expresa que la compañía eléctrica japonesa Tokyo Electric Power comunicó que: “De acuerdo con las instrucciones gubernamentales, hemos liberado parte del vapor que contiene sustancias radioactivas…”

“Seguimos la situación. Hasta el momento no hay problema…”

“También se señalaban desarreglos relacionados con el enfriamiento en tres reactores de una segunda central cercana, Fukushima 2.

“El Gobierno ordenó la evacuación de las zonas circundantes en un radio de 10 km en el caso de la primera central y de 3 km en el caso de la segunda.”

Otro terremoto, de carácter político, potencialmente más grave, es el que tiene lugar en torno a Libia, y afecta de un modo u otro a todos los países.

El drama que vive ese país está en pleno auge, y su desenlace es todavía incierto.

Un gran corre corre se armó ayer en el Senado de Estados Unidos cuando James Clapper, Director Nacional de Inteligencia, afirmó en el Comité de Servicios Armados: “No creo que Gaddafi tenga intención alguna de irse. Por las evidencias de que disponemos, parece que se está instalando en un proceso de larga duración.”

Agregó que Gaddafi cuenta con dos brigadas que “son muy leales” .

Señaló que “los ataques aéreos del Ejército fiel a Gaddafi han dañado ‘principalmente’ edificios e infraestructura, más que causar bajas entre la población”.

El teniente general Ronald Burgess, director de la Agencia de Inteligencia de Defensa, en la misma audiencia ante el Senado dijo: “Gaddafi parece que ‘va a seguir en el poder, a menos que otra dinámica cambie el momento actual’.”

“La oportunidad que los rebeldes habían tenido al comienzo del levantamiento popular ha ‘comenzado a cambiar’.” Aseguró.

No albergo duda alguna de que Gaddafi y la dirección libia cometieron un error al confiar en Bush y en la OTAN, como se puede deducir de lo que escribí en la Reflexión del día 9.

Tampoco dudo de las intenciones de Estados Unidos y la OTAN de intervenir militarmente en Libia y abortar la ola revolucionaria que sacude el mundo árabe.

Los pueblos que se oponen a la intervención de la OTAN y defienden la idea de una solución política sin intervención extranjera, albergan la convicción de que los patriotas libios defenderán su Patria hasta el último aliento.

Fidel Castro Ruz

Marzo 11 de 2011

10 y 12 p.m.