martes, 21 de diciembre de 2010

La extraña elegía de La Habana

Inicio de inundaciones costeras, en el litoral norte de Ciudad de La Habana, el 13 de diciembre de 2010 AIN FOTO/Marcelino VAZQUEZ HERNANDEZ/are

Inicio de inundaciones costeras, en el litoral norte de Ciudad de La Habana, el 13 de diciembre de 2010 AIN FOTO/Marcelino VAZQUEZ HERNANDEZ/are

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La Habana es una ciudad lúdica. A mí no me gusta la palabra lúdica, pero La Habana, sí. Y es cierto: en La Habana nada parece tener mayor importancia. Todo entra en el plano de lo concebible, o de lo irremediable. Es una ciudad absorbida por la nostalgia. Por una nostalgia infantil, sin causa, sin memoria. Por una melancolía que no quiere que la sufran, que rápido migra a la alegría de la risa, a lo apócrifo de lo factual.

Las personas depositan en las cosas aquello que tiende a la tristeza. No debe haber ciudad en el mundo con tanto abismo entre sus habitantes y sus lugares. El Malecón es congoja; el Capitolio, inmensidad; La Habana Vieja, tiempo; el Vedado, engaño; el Morro, desolación; y los habaneros…

Los habaneros, definitivamente, son música. Cualquier música, cualquier melodía, hasta la melodía del silencio es propia de la vorágine de estas calles, de los edificios, de las aceras. Y de ahí se desprende, por supuesto, aquello que apuntaba Alejo: el estilo sin estilo, lo singular, lo ecléctico mesurado de la Habana. Capital dúctil, influenciable, movediza. Catedral del mestizaje; desconoce lo ajeno, lo insalvable.

La magia persiste en esta Isla. Lo mágico se aferra a la realidad de este país como un muerto toma la mano de lo eterno.

No he visto en La Habana nada extraordinario, hoy algo difícilmente nos sorprenda. Hace falta una enorme abstracción, un alejamiento desgastante para observar con frialdad el delirio ordinario, la maravilla corrompida de los hechos, el lenguaje del azar.

Esto tiene sus sorpresas. A saber: Descemer Bueno. Los Industriales. Los frentes fríos de diciembre. Los Van Van. Tres tristes tigres. Los bares ocultos de Centro Habana. La calle Paula. El largo trecho de mar nocturno.

Y aquí, trepado encima de un P-2, en el vientre mutante de uno de esos ómnibus rojos, presa del sudor, de la asfixia propia de las multitudes, de la vida en su luminosa semilla; entre los alaridos de presuntos borrachos, el murmullo de señoras, los bocinazos del chofer, y el monólogo de algún loco, descubrí la dimensión exacta de Serrat y el dolor impalpable y legendario que provoca Elegía.

Joan Manuel Serrat: el hijo del Mediterráneo. Su voz de nido migratorio, y su música, la música poderosa -poderosa por frágil- compuesta para el poema absolutamente brutal de un poeta de Orihuela.

Bicitaxi. Foto: Kaloian

Bicitaxi. Foto: Kaloian

2

Miguel Hernández era un patriota. A mí no me gusta la palabra patriota, pero Miguel Hernández, sí. O mejor: a mí no me complace el uso recurrente, la prostitución panfletaria del patriotismo. Ni me complace que Miguel Hernández haya muerto en la sombra de la cárcel con apenas 31 años, o sea, con nada en el centro de la nada.

Yo lo leí de muchacho en un pueblito de provincia. Lo leí sin saber cómo ni por qué, sentado en las escaleras de un edificio, después de un juego de pelota con los amigos de la infancia. Y supe que se quedaría intacto en el útero de la memoria: Antonio Pacheco y Maradona; la marcha triunfal de Aida y Lágrimas negras; Mark Twain y Miguel Hernández. El deporte, la música, la literatura… y la poesía.

Miguel Hernández es poeta-poeta. Tiene vida de bardo. Siempre en las lindes del tropo. Se confunden las letras con el hombre y el hombre con el símbolo. No es que él sea exclusivamente la poesía, ya sabemos que la poesía son muchas cosas, entre ellas un camino curvo, la desmemoria, y también un niño pastor de cabras.

Lo imagino. Imagino a un niño delgado y tímido, con un palo o con algo en la mano frágil, ligero, pastoreando en silencio, o casi. Inmerso en el más escurridizo de los murmullos, con el oído pegado al vientre de las cabras. Lo veo entre los campos fértiles, entre las huertas famosas repletas de frutos, como otro hijo de la tierra: milenario, errante.

Y de ahí, de la orilla del río Segura, a Madrid, y de Madrid a la guerra, al estruendo de la muerte, de las minorías justas, y luego, en imagen final, lo veo descansar en el fondo de un calabozo, recogido en forma de bulto, tragado por lo oscuro, en fin: solo con la esperanza. Solo Miguel Hernández y la Nana de las cebollas. Debió ser así, como lo pienso -con demasiada luz-, como ciertos soles enjaulados del surrealismo.

Foto: Alejandro Ernesto, EFE

Foto: Alejandro Ernesto, EFE

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Hay tres cosas antológicas en Serrat: Pueblo blanco, los poemas musicalizados de Antonio Machado, y el pulso melódico de Elegía. Esta es otra dimensión del poema dedicado a Ramón Sijé. Una nostalgia de abejas, “un manotazo duro”, “un golpe helado”, interminable, que llega a mi país -vendaval de vísceras- tantas muertes y nacimientos después.

Debo confesarlo: yo amo ese conjunto de todas las maneras, en todas las circunstancias, con la pureza blanda que uno siempre reserva para la soledad. Yo amo el poema y la canción, y creo que obras como estas deben tener repercusión sobre la tierra, alguna influencia en el orden de las cosas, no pueden ser solo un “gran” poema y una “gran” canción.

Y no sé, desconozco la causa, pero creo que La Habana, a pesar de todo su calor y su gracia y sus colores, muestra en su rostro la desgarradura, la tristeza magnífica de Elegía. Siempre llevada a la tradición de la ciudad, a su inocente angustia. Es así: cosas demasiado ocultas se tienden la mano sobre el tiempo.

En el P-2, en el vientre mutante de uno de esos ómnibus rojos, entre los alaridos de presuntos borrachos, el murmullo de señoras, y el monólogo de algún loco, se deja oír el golpe débil: “En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, a quien tanto quería…”, y los borrachos se callan, las señoras se miran, el loco se sorprende, y esta escena no es el símbolo ni lo increíble, esta escena… es lo ordinario.

En el concierto de Silvio Rodríguez en la Güinera. Foto: Iván Soca

En el concierto de Silvio Rodríguez en la Güinera. Foto: Iván Soca

4

He ido develando ciertas razones de aquella lectura -no tan azarosa- en las escaleras de un edificio de provincia. Razones que me bordean. Pueden ser dos, a lo sumo tres. Pero todas de vital importancia, de insoslayable veracidad:

Primero: Miguel Hernández nació un 30 de octubre. Mi madre también.

Segundo: Hay una foto del poeta donde aparece con los ojos claros, redondos, limpios; la frente ancha; de piel mestiza. Y yo sé -no dejo de figurármelo- que Miguel Hernández es la muerta estampa de mi padre.

Tercero: En Elegía se lee: “Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento.” Ignoro donde le quedará el costado, quizás ni lo tenga, pero ese dolor que invade hasta el aliento es la piel femenina, lo legendario de sus luces, la pálida melancolía de La Habana.

Uno de los nuevos autobuses articulados que reemplazaron a los vetustos "camellos" en La Habana. Los modernos buses comparten las calles con viejos autos de los año 50. (AP Photo/Javier Galeano)

Uno de los nuevos autobuses articulados que reemplazaron a los vetustos "camellos" en La Habana. Los modernos buses comparten las calles con viejos autos de los año 50. (AP Photo/Javier Galeano)

(Carlos Manuel Álvarez, estudiante de Periodismo).

Alicia Alonso en el país de la danza

Alicia Alonso

Alicia Alonso

La gracia de la pequeña bailarina, dibujada en un cuento de Andersen, se destaca y desprende del círculo de la danza -categoría más coral y sacra- como la estrella del remolino girador. Las más delicadas relaciones se establecen entre la figura y el coro, que a su vez se fragmenta, se desenlaza o une, en el punto en que todo inicio se hace posible. Se entra como clandestinamente a sorprender a las ninfas en ese juego de esencias, con la única visión que nos ha sido dada de la diversidad naciente, a ese juego en que fingen ocuparse de un argumento escénico, cuando en realidad se sabe que están en otra cosa, redimiéndonos de las relaciones arbitrarias, de los movimientos triviales y fortuitos, con los pasos necesarios y las relaciones justicieras y bellas. Parece que quisieran revelar ese hechizo como de bosque de los encuentros y de las despedidas, lo que media entre el movimiento y el reposo, entre la libertad y la mesura, la gracia de un equilibrio sorprendente. Parece que ella proporcionara sus unilaterales desmesuras, y que el coro la animase a entrar y a salir de él, a hacer lo igual de otra manera, a ser un grado más audaz de su obediencia, suspensas ante ese movimiento que ya expresa, que está en trance de volverse palabra, de escapar a sus giros simétricos para iniciar como la línea de la melodía, el “solo” de su flauta.

¿Quién nos conduce tan impunemente al reino de las fábulas? No es el baile campestre a lo Watteau ni el cortesano o palaciego. Parece que su acierto fuera el de traer el hálito de lo libre, el giro de las hojas y las aguas, a un espacio cerrado, que les impone un reto y una medida, y asistiéramos al diálogo de sus mutuas intimidades a lo Degás, cierto encanto entre campestre y urbano, y que un polvillo estelar tocase oblicuamente los tablones del teatro, y manchones lunares convirtiesen en caído aerolito un fragmento de hombro o un velo que se aleja.

La ordenada gracia del “cuerpo de baile” es la del siglo de Laplace y del descubrimiento de las distancias medias invariables entre las estrellas. Se dice que los egipcios copiaban en sus danzas el giro de las estrellas y el respeto de las constelaciones a sus posiciones fijas, en tanto que las bacantes griegas se dejaban arrebatar por la embriaguez del movimiento y sus velos indetenibles. La Duncan, inspirándose en ellas, tenía su escuela de danza a la orilla de la mar para que sus danzarinas, vestidas de bacantes, copiasen los movimientos de las aguas, su freno y desenfreno rítmicos, enorgulleciéndose de poder bailar un verso de Walt Whitman lo mismo que una silla. Es curioso que en tanto que la danza llamada “moderna” recuerda mucho más los caracteres de la naturaleza y la vida primitivas, sus extremos de libertad o hieratismo geométrico, acercándose por ello más a las danzas rituales, el engañoso anacronismo del baile “clásico” (y ello quizá explique su vigencia) parezca obedecer a una doble fuente de inspiración acaso más permanente, la del equilibrio de lo natural y lo racional, media proporcional entre lo ondulante y lo hierático, de ahí el encanto de esas figuras que fingen danzar dentro de un desordenado bosquecillo de vides, tirsos y cítaras griegas, a la vez que quedar de pronto dibujadas y netas como las cartesianas ideas “claras y distintas”. A las verdaderas danzarinas se las reconoce tanto por su identificación con la gracia más natural y ondulante como por su modo de incorporar al movimiento la quietud y convertir el reposo también en algo danzario, en un secreto del movimiento. Cuando Alicia, después de un prodigioso giro, reposa, toda su figura alcanza una peculiar plenitud. La diestra bailarina puede imitar sus giros de mariposa en la luz, pero no la difícil madurez de su gracia en el reposo. El hecho de que nuestra escuela de danza pudiera nacer y desarrollarse en las condiciones más adversas, en medio de una tiranía, no es solo un triunfo artístico sino una lección revolucionaria. Recordamos que para los hebreos la belleza del orden estelar era ya una batalla ganada a la injusticia: “Y las estrellas, permaneciendo en su orden, combatieron a Sísara”.

¿Cómo alcanzó la danza clásica, junto a esa gracia todavía dieciochesca, ese naciente equilibrio de libertad y razón, ese medio armoniosamente humano y como bellamente limitado por su armonía tridimensional, al que la moderna quisiera añadir como una dimensión desconocida? ¿Cómo llegó a perder sus caracteres primitivos puramente reflejos, para alcanzar el dibujo de una distancia y la delicadeza de un ofrecimiento? Primitivas danzas, mímicas, guerreras, rituales o mágicas, ahuyentadoras de demonios o provocadoras de la lluvia, naciendo o desprendiéndose del rito, leudando o imitando la cacería y la batalla, la agricultura y el deporte, el amor o la guerra. El medioevo rechazó la profanidad de esas danzas que buscaban reencontrar lo sagrado de su origen a través de una embriaguez ya sin misterio o un desenfreno orgiástico, o, en el mejor de los casos, se iban reduciendo a una gracia demasiado regional o folclórica. La Edad Media creyó ver en la danza sólo a la misma muerte y la pintó llevándose al rey como al hidalgo, a 24 personajes, que bien pudieran ser figura de las horas, con coreografía harto severa. El hombre siempre supo que las danzas habían sido hechas para celebrar una victoria, cuyo júbilo anunciaba, y acaso excedía, el de la vendimia, el renacer de la primavera, o la entrada de un gran rey en la ciudad. Los griegos vieron el ser y el movimiento, y danzaron frenéticos el misterio de la vida, separando la lucidez y el delirio, la fijeza estatuaria y el río heracliteano, en tanto los proféticos hebreos vieron el puente sobre las aguas, el arco iris de la reconciliación. No era ya la embriaguez dionisíaca, mucho menos la voluptuosidad. No la danza de Salomé, anillos de la serpiente, no el placer, sino la Alegría. Estancias del agua que se enlaza o precipita, del arco que se tiende. Cintas, espadas, antorchas, aguas primitivas, hasta llegar a la danza ante el Arca de la Alianza del rey David. Pausa y acción de gracias, alegría y humildad de esa danza del vencedor del gigante, por la que el rey quiso hacerse pequeño sin temer a la burla solemne del cortejo. La danza más antigua fue la que se hizo para celebrar la victoria de los dioses sobre los gigantes y estuvo inspirada por Minerva, por la sabiduría. Triunfo de la medida fue el suyo. Lo gigantesco no es nunca gracioso, reina en lo inmóvil o inerte, en tanto que el pequeño corpúsculo danza junto a los otros en remolinos alegres. Parece que danzar no hiciera falta, hasta que su misma gratuidad nos sorprende con un paso que asume en mayor medida que los otros el perfil de lo bello y de lo necesario.

He visto danzar nada más que unas pocas veces en toda mi vida (descuento la destreza de los muchos), y de ellas una fue a un humilde mimo de nuestra farándula. Su baile mínimo, con prodigios de invención y gracia, duraba segundos, y cada movimiento era irrepetible. La atención más aguzada no podía precisar qué hacía, el raro arabesco de su dibujo en el mosaico, la rápida sátira de sus risueños pasillos. Parecía un baile inventado por una abeja, por un zunzún. Aquello era una esencia nuestra. Cuando se produce ese pequeño milagro no importa ya que se trate de un baile popular o cortesano, de una danza clásica o moderna, porque se evidencia que para un genuino genio danzario resultan por igual materias primas, resistencias inertes, medios que es preciso atravesar para lograr otra cosa que ya no tiene que ver con ellos.

Una línea de genuina inspiración nacional podría trazarse desde aquel bailarín popular, modesto individualista, hasta nuestra estelar Alicia, creadora ya de toda una escuela nuestra de danza. Con inmensa emoción la hemos visto bailar, preguntándonos también por el secreto de esa misteriosa medida, de esa gracia mediadora entre lo idéntico y lo distinto, ese saber que el baile tiene que subir de los pies y alcanzar el alma expresada en el rostro. Logro lento, la plasticidad del perfil: también con él se baila. Cuando se alcanza la gravitación de un centro, se hace natural un círculo de creciente circunferencia: una escuela es eso. Recientemente vimos bailar, con asombro, a una de sus más jóvenes discípulas: ninguno de sus gestos imitaba a su ejemplar modelo, lo que es la prueba de la importancia de que ese modelo existiese. Aquella joven hacía algo más que bailar: creaba una atmósfera en torno, volvía a ser la inmensa sugestión de la belleza. Y es que lo perfecto genera ley. Una vez que la naturaleza, después de quién sabe cuánto tanteo insuficiente, logró la forma de una orquídea, los ojos de terciopelo humano de una llama andina, se detuvo e hizo posible la irradiación de su serie, la gama de sus más ricas diferencias. Lo propio de todo modelo acabado es engendrar una sucesión independiente. Como al inicio de la primavera, toda auténtica fuerza crea un crecimiento simultáneo. La torpeza de los no-creadores quisiera hacer consistir la originalidad en una aparatosa excepción, en una brusca ruptura, cuando ella es un reinicio melodioso. Sin generosidad, no hay que ser auténtico, porque el ser es lo que irradia. Una escuela es algo más que negar lo que precedió o inventar algo insólito: no ha de ser menos que la luz, que es un comienzo y una reminiscencia. Se sabe que un afta nuevo ha comenzado no porque el sol alumbre de otro modo o de otro modo cante el pájaro en la rama, sino porque un ciclo ha redondeado su giro para reencontrarse en una gentileza nueva.

Tomado de La danza en la órbita de Orígenes. Edición Aniversario 60 Ballet Nacional de Cuba. Editorial Letras Cubanas, 2008.

Cuba espera cerrar el año con 2,5 millones de turistas

Casco histórico de la Habana Vieja

Cuba espera cerrar el año con 2,5 millones de turistas, un cuatro por ciento más que en 2009, y recibir el próximo ejercicio a 2,75 millones de visitantes, según afirmó hoy un alto funcionario del sector en La Habana.

El director comercial del Ministerio de Turismo de Cuba, José Manuel Bisbé, afirmó que a día de hoy la isla acumula la llegada de 2,4 millones de turistas y que se aspira a recibir en todo 2010 a “poco más de 2,5 millones”.

Citado por la agencia Prensa Latina, Bisbé dijo que el sector tuvo un inicio de año “complicado, pero enmendó el curso” y consideró que “comparativamente con las dificultades en el resto del mundo”, las cifras del ejercicio que ahora acaba son “satisfactorias”.

Según la Oficina Nacional de Estadísticas, entre enero y noviembre visitaron Cuba 2.268.674 turistas, 86.380 más que en el mismo periodo del año pasado. Canadá es el principal mercado emisor de turismo hacia Cuba, seguido de países europeos como Reino Unido, Italia, España y Alemania.

Bisbé mencionó además a Argentina y Rusia entre los mercados “en franco desarrollo” y aseguró también sin citar cifras que Perú “está haciendo un buen año”.

Al referirse al desarrollo del turismo en su discurso del pasado sábado ante el Parlamento, el presidente Raúl Castro afirmó que “sin concluir el año ya se alcanzó la cifra prevista de visitantes extranjeros, aunque nuevamente se incumplirán los ingresos”.

El turismo es una de las principales fuentes de ingresos del Estado cubano. En 2009, los ingresos del sector cayeron un 11 por ciento pese a un aumento en el número de visitantes, algo que las autoridades del sector atribuyeron a efectos relacionados con el tipo de cambio, al haberse mantenido invariables los precios.

(Con información de DPA)

Parlamentarios españoles rechazan moción favorable a Posición Común de Europa contra Cuba

Cuba - Unión Europea

La Comisión Mixta para la Unión Europea del Parlamento español rechazó hoy una moción presentada por el opositor Partido Popular (PP) que defendía la llamada “posición común” de la Unión Europea (UE) hacia Cuba.

La moción recibió 13 votos a favor y 21 en contra en la Comisión Mixta, integrada por parlamentarios del Senado (Cámara Alta) y el Congreso de los Diputados (Cámara Baja), informó Efe.

La Posición Común de la Unión Europea a Cuba, impuesta en 1996 por ex presidente español José María Aznar, limita drásticamente las relaciones políticas y diplomáticas entre Bruselas y La Habana.

A cambio de la suspensión del Título III -que afecta a las empresas europeas- de la ley Helms-Burton adoptada ese mismo año, legislación con carácter extraterritorial que acrecienta las sanciones contra la Isla del Caribe, Bruselas había aceptado alinearse con la política exterior estadounidense respecto a Cuba.

Con el fin de suavizar la relación de la UE con Cuba, el Gobierno español ha pedido este año varias veces el cambio de la política hacia Cuba.

El senador del conservador PP (principal fuerza de la oposición) Alejandro Muñoz-Alonso dijo que la excarcelación de medio centenar de presos juzgados en Cuba por colaborar con el gobierno de Estados Unidos para un cambio político en la Isla, llevada a cabo este año, no puede considerarse como una señal de que el gobierno cubano “se haya propuesto avanzar hacia la democracia”.

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) rechazó la iniciativa del PP por entender que su objetivo “no es ayudar seriamente al cambio en Cuba, sino buscar una confrontación” política en la Cámara Baja que considera “estéril”.

(Con información de EFE)

Chávez Abarca confiesa que cumplía órdenes de Posada Carriles

foto_portada_capitulo_terrorismo

El salvadoreño Francisco Chávez Abarca, quien es juzgado en Cuba por terrorismo, admitió su responsabilidad en la ejecución de una ola de atentados con bomba en la isla en 1997, para los que contrató a varios centroamericanos, aseguró este martes el diario Granma.

En la vista oral, que comenzó el lunes en la sala de Delitos contra la Seguridad del Estado del Tribunal Provincial de La Habana, Chávez Abarca “reconoció su responsabilidad en la escala terrorista” de ataques a hoteles en La Habana y el balneario de Varadero, y a “intereses cubanos en el exterior”, dijo Granma.

El periódico señaló que el salvadoreño, de 38 años, admitió “haber cumplido órdenes directas del terrorista Luis Posada Carriles” y “corroboró el reclutamiento de varios ciudadanos centroamericanos” para los atentados de 1997, en los que murió un joven turista italiano.

Entre ellos, mencionó a sus compatriotas Ernesto Cruz León y Otto Rodríguez Llerena, ambos condenados a muerte como ejecutores de los atentados, pero beneficiados por el Tribunal Supremo de Cuba que les conmutó la pena capital por 30 años de cárcel, en sendas vistas de apelación el 3 y el 6 de diciembre.

(Con información de AFP)

Chávez Abarca confiesa que cumplía órdenes de Posada Carriles

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El salvadoreño Francisco Chávez Abarca, quien es juzgado en Cuba por terrorismo, admitió su responsabilidad en la ejecución de una ola de atentados con bomba en la isla en 1997, para los que contrató a varios centroamericanos, aseguró este martes el diario Granma.

En la vista oral, que comenzó el lunes en la sala de Delitos contra la Seguridad del Estado del Tribunal Provincial de La Habana, Chávez Abarca “reconoció su responsabilidad en la escala terrorista” de ataques a hoteles en La Habana y el balneario de Varadero, y a “intereses cubanos en el exterior”, dijo Granma.

El periódico señaló que el salvadoreño, de 38 años, admitió “haber cumplido órdenes directas del terrorista Luis Posada Carriles” y “corroboró el reclutamiento de varios ciudadanos centroamericanos” para los atentados de 1997, en los que murió un joven turista italiano.

Entre ellos, mencionó a sus compatriotas Ernesto Cruz León y Otto Rodríguez Llerena, ambos condenados a muerte como ejecutores de los atentados, pero beneficiados por el Tribunal Supremo de Cuba que les conmutó la pena capital por 30 años de cárcel, en sendas vistas de apelación el 3 y el 6 de diciembre.

(Con información de AFP)

Teresita Fernández cumple 80 años

La trovadora cubana—autora de la gustada canción infantil El gatico Vinagrito—dice que ha vivido sus ocho décadas como un juglar pobre, nómada y libre

A las 11 y media de la mañana me detuve ante la puerta abierta del apartamento de Teresita Fernández, una de las grandes figuras de la trova cubana. El día anterior, vía teléfono, me había concedido el privilegio de visitar su casa y conocerla, tal vez impulsada por ese propósito de ayudar a los jóvenes, que siempre la ha caracterizado.

La decoración de la sala, como la vida misma de la artista, estaba conformada por fotos de amigos, incontables diplomas, premios y condecoraciones, estatuillas de animales de distintos tamaños, ranitas y lagartos de goma, muñecas, plantas, algunas palanganas, una imagen de cartón del popular gatico Vinagrito, otras de Jesús y María Teresa de Calcuta y un busto de Martí niño.

Al entrar al dormitorio, donde Teresita habría de recibirme por su delicada salud, me sentí como una molesta invasora que profanaría, a golpe de preguntas y grabadora, la paz y el reposo de esa enamorada de las pequeñas cosas de la vida.

Sin embargo me invitó a sentarme a su lado, cual si fuese una añeja amiga, y me habló con la humildad en los ojos y el corazón en la mano. Y es que esta mujer ha procurado vivir sus 80 años siendo, como ella misma diría, un juglar «pobre, nómada y libre».

«En el medioevo los reyes tenían en la corte al juglar para que les cantara. Pero este se fue de la corte y andaba por los parques, parecido a mí, haciendo cultura comunitaria también de manera desinteresada, para los humildes, para los que estaban olvidados.

«Me he presentado en cualquier parte, lo mismo en un teatro, que en la televisión, las montañas o en los barrios más pobres. Realmente no me considero una cantante, sino simplemente alguien que expresa sus sentimientos».

Aunque se graduó de maestra normalista en Santa Clara, su ciudad natal, desde pequeña no pudo contener su pasión hacia la música y sobre todo hacia el poder comunicativo de la canción.

La Habana sería el escenario donde echaría sus raíces, acompañada de su eterna amiga la guitarra, aunque nunca abandonaría su amor hacia el arte del magisterio.

«Me considero una maestra que canta, porque si con mi música no soy capaz de transmitir algo, de enseñar algo, entonces nada de lo que hecho hubiese valido la pena. José Martí decía que el maestro, dondequiera que esté, tiene que plantar su tienda de maravilla, porque hace falta que venga al mundo gente a conmover».

Cuando la joven guajirita pisó la capital, allá por el año 1957, la ciudad le abrió los brazos. Su talento, sumado al apoyo del trío de Las Hermanas Martí, le abriría un espacio entre los grandes de la época y la consagraría como una de las mejores trovadoras en la historia musical de Cuba.

«Mi encuentro con Las Hermanas Martí fue muy importante, ya que fueron ellas quienes invitaron a mi primer concierto al mismísimo Sindo Garay. También hicieron que Esther Borja escuchara mis primeras canciones y que Luis Carbonell me diera el visto bueno.

«Por mediación de ellas, además, conocí a Bola de Nieve un día que me llevaron a Guanabacoa. Cuando me oyó cantar me dijo: “Usted es la única guajira que yo soporto con una guitarra en la mano”».

Las Martí le ofrecieron a Teresita un hogar y, antes de lo pensado, debutó en la Sala Arlequín, donde se presentaban muestras del teatro más exigente del momento.

Al poco tiempo Bola de Nieve reclamó la presencia de la principiante en las noches restaurante Monsigneur y luego ganó un lugar propio en el medio de La Rampa, en El coctel, donde acudía indistintamente una representación de todas las generaciones.

En esta etapa de acontecimientos insólitos supo ganarse el aplauso de los consagrados y tender la mano a los que daban sus primeros pasos, como fue el caso del joven Silvio Rodríguez.

Pero uno de los sitios que acaparó la preferencia del público cubano fue La peña de los juglares, también conocida como La peña de Teresita, que tenía lugar todos los domingos bajo las yagrumas del Parque Lenin.

«Allí cantábamos, decíamos poemas, hablábamos… Mis amigos y yo regalábamos nuestro arte con mucha alegría. Realmente fue un momento muy bonito de mi carrera, en el que le dimos un sentido muy especial a las mañanas dominicales».

La obra de esta cantautora mayor se destaca por la excelencia en el texto y un lenguaje musical signado por la transparencia. Su amplio repertorio, casi siempre asociado con la canción infantil, incluye además boleros, poemas musicales, villancicos y habaneras.

«Realmente me he sentido encasillada. Yo trabajé para niños, jóvenes y ancianos con el mismo amor y la misma entrega; lo único que cambiaba los temas y el tono para que les llegara mejor a cada generación.

«Luego, con los años, dejé de preocuparme por mi obra para adultos, porque canciones de amor hay muchas y la mía sería una más; quizá hasta más triste, porque después de tanto tiempo olvidé los motivos que me inspiraron».

No obstante, Teresita supo encontrar una musa en cada bejuco, animal o cacharro que se encontrara a su paso, para convertirlos en los protagonistas de sus más bellas canciones.

Temas como Tin, tin, la lluvia, El gatico Vinagrito y Lo feo nos han hecho prestar atención a esos pequeños detalles de la vida que, aun siendo hermosos, habitualmente miramos con indiferencia.

«Me gusta contemplar a los gorriones que vienen a mi ventana; me fijo en las flores silvestres, en las nubes… disfruto el amanecer, el mar… la naturaleza es superior a la vida que nosotros mismos nos imponemos y limitamos. Es preciosa y vivimos dentro de ella.

«Cuando la gente escucha esos temas, con los que crecieron, tiene que sonreír. Ese es mi mayor premio».

Otros logros de la cantautora, con los que dio sobradas pruebas de su talento, fueron los trabajos de musicalización de las Rondas, de Gabriela Mistral, y el Ismaelillo, de José Martí.

Sobre este último la compositora, pedagoga y musicóloga Gisela Hernández afirmó una vez: «Al emprender la hazaña de la puesta en música de los versos martianos —prólogo y quince poemas— hazaña que no intentó antes que ella, ni creo probable que lo intente después ningún compositor culto ni popular, ella ha dado muestras de una riqueza creadora tan amplia de estilo, de calidad y originalidad que creemos realmente insuperable por su magnitud».

Pero a pesar de su trayectoria y sus incuestionables aportes a la canción cubana, Teresita insiste en no formar parte de las llamadas Vieja o Nueva Trova.

«Por mi edad no puedo pertenecer a la Vieja Trova. Además, por el talento no puedo ser como Sindo Garay o Manuel Corona. Como ya he dicho alguna vez, el talento no se imita.

«Cuando llegué a la capital realmente toda la gente del feeling tenía su movimiento bien consolidado, dígase José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz, Martha Valdés…

«La Nueva Trova surgió después, pero nunca fui reconocida como miembro y, además, nunca me gustaron las “piñas”».

Con un estilo propio, singular, libre, Teresita Fernández supo ganarse un lugar entre los grandes de la canción infantil latinoamericana, comparable con la argentina María Elena Walsh y el mexicano Gabilondo Soler.

Desde el año 1988 hasta la actualidad ha pisado diversos escenarios internacionales, como la Jornada Dariana, en Nicaragua, y el II Festival Iberoamericano de Narración Oral y Escénica de Monterrey, México, en el que obtuvo el Premio Chamán.

Entre sus innumerables reconocimientos se destacan el premio EGREM 1988, la Orden Por la Cultura Nacional, la Orden Rafael María de Mendive, la Medalla X Aniversario de la Nueva Trova, así como la réplica del machete de Máximo Gómez que otorgan las FAR.

Además, por su apasionada entrega a la canción como portadora de elevados valores humanos, mereció en La Habana el Premio Nacional de Música 2009, el más alto reconocimiento que conceden anualmente el Ministerio de Cultura y el Instituto Cubano de la Música.

A sus 80 años de edad, cumplidos este 20 de diciembre, Teresita Fernández se autodefine como una mujer feliz: «Visité Cuba de punta a cabo; muchos países de América, de Europa… pero nunca dejé que los éxitos se me subieran para la cabeza. Es que no me propuse ser famosa. Quería cantar y ya; por eso soy feliz. Mi estilo es como la vida misma».

Con el camino abierto al futuro

Miles de delegados marcharán en Pretoria para cerrar el XVII Festival de la Juventud y los Estudiantes

Luego de ocho días de intensos debates sobre los principales peligros que enfrenta la humanidad, este martes los delegados dirán adiós al XVII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, con el compromiso de continuar la lucha contra el imperialismo, único culpable de tantos crímenes y del sufrimiento de los pueblos del Sur.

Para despedir esta cita, los miles de delegados de más de 140 países tomarán las calles de Pretoria para marchar desde la Universidad de esta ciudad hasta el Union Building, sede del gobierno, y donde tendrá lugar la clausura de la cita de la juventud progresista del mundo.

Para muchos aquí, la profundidad de las discusiones políticas ha acompañado cada jornada del encuentro, en el que se tocaron temas como la privatización de la educación y la salud, la descolonización del Sahara Occidental y Palestina, el crítico panorama de Haití, las violaciones de los derechos humanos; la aplicación de bloqueos, embargos y sanciones económicas por parte del imperialismo estadounidense, y la liberación de los cinco luchadores antiterroristas cubanos injustamente presos en Estados Unidos.

Otro tema que suscitó mucha atención fue el incremento de la militarización por Washington y sus aliados, que siguen apostando a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como herramienta de su hegemonía de cañoneras. A propósito de esta tendencia a seguir por el sendero de las armas y no el de la paz, entre las diversas exigencias de los jóvenes aquí reunidos estuvo la eliminación de los arsenales nucleares.

Dedicado en esta ocasión a los líderes mundiales Fidel Castro y Nelson Mandela, el Festival fue un espacio de reencuentro para países amigos que confirmaron su voluntad de seguir luchando juntos por la paz, la solidaridad y la amistad. También fue un foro en el que tuvo bastante espacio el agradecimiento a Cuba por su aporte a la independencia del continente africano.

La jornada de este lunes comenzó con un acto de reafirmación de la delegación cubana al discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz en la Asamblea Nacional del Poder Popular, y con un homenaje al aniversario de la Federación Estudiantil Universitaria.

(Tomado de Cubadebate)