martes, 15 de febrero de 2011

Voces silenciadas, imágenes escondidas

Palabras en la presentación del libro “Huellas del Terrorismo – sus víctimas hablan” de Keith Bolender, prólogo de Noam Chomsky, La Habana, Febrero 15, 2011)

Este libro es la versión en español del mismo texto publicado el año pasado por la Editorial Plutopress de Inglaterra (“Voices from the other side – an oral history of terrorism against Cuba”).

Comienza con una introducción de Noam Chomsky, ese excepcional intelectual norteamericano que ofrece en un texto breve pero insuperable el necesario contexto histórico para mejor entender las páginas siguientes. En resumen, Chomsky nos recuerda que el designio norteamericano de apoderarse de Cuba se remonta a Thomas Jefferson y al origen mismo del régimen republicano en el vecino del norte; fue una constante desde entonces durante todo el siglo XIX y la primera mitad del XX hasta que, con el triunfo de la Revolución en 1959, al alcanzar Cuba finalmente su independencia se transformó rápidamente en odio frenético, muchas veces demencial, contra el pueblo que había osado emanciparse.

Quisiera llamar la atención de ustedes sobre algunos aspectos que justamente señala Chomsky y que son claves indispensables para comprender la historia de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. La idea de que ellos poseen derechos especiales sobre nuestro país que han mantenido invariable desde Jefferson hasta Obama.

La han cultivado por igual demócratas y republicanos, liberales y conservadores; se ha fundado siempre en un desprecio profundamente racista hacia nuestro pueblo, que en su tiempo denunciaron Céspedes y Martí y que se expresó en el deseo de Theodore Roosevelt de hacernos desaparecer de la faz de la tierra y en el reconocimiento explícito tanto por la administración de Eisenhower como la de Kennedy, de que la finalidad del bloqueo económico era “hacer sufrir” al pueblo cubano, “causarle hambre y desesperación”; ha estado, en fin, profundamente enraizada en el pensamiento de quienes allá son capaces de pensar y ha sido además inculcada, con mañosa premeditación, entre aquellos que viven en total ignorancia, los cuales son, desgraciadamente, muchos.

Este libro es un intento por quebrar la ignorancia. Nos permite oír las voces de quienes no han sido escuchados. Muchas víctimas del terrorismo no pueden hablar pero otras sí, como son sus hijos, sus cónyuges, sus padres. En realidad lo han intentado muchas veces durante años de dolor y frustración pues sólo han encontrado, como eco, el silencio. Bolender rompe los cerrojos y les abre puertas cerradas por demasiado tiempo.

Es así que por sus páginas desfilan nombres rescatados del anonimato, seres humanos que debían haber sido conocidos y reconocidos antes. Nuestro aprecio y gratitud al autor que los ha salvado, a ellas y ellos, y a los suyos, de un olvido imperdonable.

En una hermosa obra de amor y solidaridad los niños de la Colmenita tratan este tema con un lenguaje que debería conmover las más duras rocas de la insensibilidad y el egoísmo. En Cuba, las víctimas de un terrorismo que no ha cesado en medio siglo, están en todas partes, en cada rincón, en el campo y la ciudad. Pero han sido condenadas al silencio. Surgen aquí algunas, casi todas por primera vez y Bolender aclara algo muy importante. Él deja expresarse a las víctimas por sí mismas con sus propias palabras.

Un vistazo al Diccionario de la Real Academia española nos permite comprobar la exactitud del título de este libro. “Huella” significa en una de sus acepciones: “impresión profunda y duradera”. Las heridas que el terrorismo ha dejado en sus víctimas son ciertamente hondas y perdurables, los acompañarán toda la vida.

Hay una herida que jamás cicatriza, está, sangrante, en cada capítulo, acompaña a todos los testimonios. Es la impunidad que siguen disfrutando los terroristas, la injusticia suprema que revelan los hechos relatados en el libro y la indiferencia de millones de personas que en el mundo sencillamente poco o nada saben de estas historias. Al leerlas es imposible no escuchar el reclamo de los niños de Abracadabra ¿Qué más podemos hacer?

Porque en el mentado Diccionario el vocablo “huella” tiene otra significación: “acción de hollar”. Y hollar es “pisar; comprimir algo con los pies; abatir, humillar, despreciar.”

¿Qué hacer para que estas huellas no sigan siendo holladas?

Este libro puede ser una contribución importante. Sobre todo porque, como ya indiqué, fue publicado antes en inglés que es la lengua utilizada por aquellos hacia quienes especialmente debe tratar de llegar el mensaje.

Pero tenemos que hacer mucho más en el terreno de la comunicación donde se libra una de las batallas más complejas del mundo contemporáneo. Para que la verdad se abra paso venciendo las barreras que levantan quienes sustentan su dominio en la manipulación de la información fomentando la ignorancia y la insensibilidad, para aislar a las personas y aplastarlas. Sólo así se explica que Orlando Bosch y Luis Posada Carriles hayan gozado de escandalosa impunidad y que en el vulgar sainete en El Paso se disfrace al peor asesino como a un viejito mentiroso.

El último capítulo aborda el caso de los cinco compañeros encarcelados en Estados Unidos por tratar de evitar crímenes como los aquí descritos.

Los llamados medios de información han sido instrumentos principales en el injusto proceso contra ellos. Han impedido que la gente se entere de lo que sucedió en Miami mientras que en esa ciudad “periodistas” pagados por el gobierno crearon una atmósfera de odio hacia los acusados y amenazaron y provocaron groseramente a los miembros del tribunal. Varias organizaciones de la sociedad civil norteamericana reclaman al gobierno que entregue la información que todavía oculta sobre este contubernio entre fiscales y “periodistas” pero hace ya cinco años que Washington se opone tozudamente.

Al mismo tiempo ocultaron y siguen ocultando evidencias que nunca presentaron al tribunal ni permitieron que salieran a la luz. Permítanme poner un ejemplo sumamente revelador que adquiere importancia especial ahora cuando el gobierno y la jueza de Miami deben pronunciarse respecto a la petición de Habeas Corpus a favor de Gerardo Hernández Nordelo.

Como se sabe, la peor y más injusta acusación contra Gerardo, es la de conspiración para cometer asesinato en primer grado, con motivo del derribo en aguas cubanas, el 24 de febrero de 1996, de dos avionetas de un grupo terrorista miamense.

Gerardo no tuvo nada que ver, absolutamente, con ese lamentable incidente. Pero, además, porque el hecho ocurrió en nuestro territorio era algo que ningún tribunal estadounidense podía examinar pues estaba fuera de su jurisdicción. En el juicio concluido en Miami en 2001 se conoció que las agencias norteamericanas que operan los sistemas de satélites poseían imágenes que habrían registrado dónde se produjo el suceso. Pero Washington se opuso a que fuesen suministradas al tribunal y la jueza accedió a tan extraña posición.

Han pasado diez años. La defensa de Gerardo continúa reclamando al gobierno que entregue las imágenes y el gobierno se sigue oponiendo tercamente ¿No les resulta sospechosa esa conducta? ¿Si sus registros probasen que el derribo ocurrió en aguas internacionales por qué ocultan esas imágenes?

La actitud del gobierno federal en esta materia es una prueba adicional, una más, de la absoluta inocencia de Gerardo, que es tan inocente como sus cuatro compañeros. Más aún es una prueba de que el 24 de febrero de 1996 no ocurrió delito alguno y que además los sucesos de ese día tuvieron lugar en el territorio soberano de Cuba en el que ningún tribunal norteamericano tiene competencia. Estamos hablando de un hecho que ocurrió hace quince años y fue usado como pretexto para intensificar con la Ley Helms-Burton, la guerra económica contra Cuba; un incidente que se convirtió en eje central del juicio más largo de la historia norteamericana. Ante el tribunal la fiscalía admitió la existencia de esas imágenes pero se negó a que fuesen presentadas como evidencias y mantiene desde entonces su negativa. Son imágenes que solo ha visto el gobierno de Estados Unidos y nadie más puede verlas. Si esas imágenes le diesen la razón a Washington ¿por qué persiste en esconderlas?

¿Puede alguien, a estas alturas, dar crédito a la posición norteamericana?

¿Y qué decir de los llamados medios de comunicación? Para ellos esta prolongada disputa no existe. Ellos, los medios que ocultan la verdad, son, aunque fuese involuntariamente, cómplices de los terroristas y culpables por los sufrimientos de sus víctimas.

En la obra de La Colmenita mencionada antes, los niños que sueñan con liberar a los Cinco se preguntan angustiados ¿qué más podemos hacer? Este libro debe ser un llamado a continuar la lucha por la verdad y la justicia. A multiplicarla sin descanso hasta que la verdad prevalezca y con ella, la justicia.

Regreso, para concluir, al Diccionario. Sigamos las huellas de los héroes, que es decir, sigamos su ejemplo.

Diario de El Paso: La Jueza Cardone

La Jueza Kathleen Cardone.

La Jueza Kathleen Cardone.

Por José Pertierra

Febrero 15, 2011. El Paso, Texas. La Jueza Kathleen Cardone postergó el caso de Luis Posada Carriles en El Paso hasta el próximo martes, 22 de febrero de 2011, a las 8:30 de la mañana. El abogado defensor, Arturo Hernández, había pedido el jueves pasado que la jueza desestimara los cargos contra su cliente que tienen que ver con sus declaraciones falsas sobre las bombas que estallaron en La Habana en 1997.

La jueza había postergado el juicio hasta esta mañana, cuando se suponía iba a anunciar su decisión sobre esa petición de la defensa, pero sorprendió a todos al decidir simplemente imponer una nueva prórroga de siete días para poder “deliberar con calma”, dijo la jueza.

GOOD MORNING

Tanto la defensa como los fiscales se reunieron ayer a puertas cerradas con la Jueza Cardone. Esta jueza acostumbra a tener muchas reuniones de esa índole, e incluso tenerlas ex parte: es decir, reunirse primero con la defensa y después con los fiscales (o viceversa). No es una costumbre común durante un litigio penal.

La audiencia de hoy duró menos de diez minutos. La jueza entró a la sala judicial con cara de consternación. Después de un seco good morning, preguntó: “¿Listos para el jurado?” Nadie le dijo que no. Lo lógico hubiera sido que uno de los abogados preguntara por su decisión sobre la pendiente petición del abogado de Posada Carriles para anular el caso. Sin embargo, tanto los abogados como los fiscales se quedaron impávidos. Como si estábamos todos leyendo una crónica de una decisión anunciada.

Los integrantes del jurado desfilaron lentamente hacia sus asientos. Cuando ya estaban todos acomodados, la Jueza Cardone les dijo: “Aún tengo algunos asuntos legales que resolver”. Les pidió disculpas por el retraso y les dijo que estaba postergando el proceso hasta el martes 22 de febrero. Recordó que ellos no podían leer o escuchar noticias sobre el caso o hacer investigaciones en la Internet sobre este. Con esas palabras, los despidió con una sonrisa forzada.

Al salir el jurado de la sala, la Jueza se paró y, sin mirarle las caras a los que estaban presentes, abrió la puerta hacia su despacho y se esfumó del escenario.

LOS CABLES DEL FBI

La disyuntiva sobrevino tras las objeciones del abogado de Luis Posada Carriles. Arturo Hernández alegó que la fiscalía no compartió con la defensa dos cables desclasificados del FBI que supuestamente exculpan a Posada Carriles. Uno, fechado el 24 de septiembre de 1997, informa que una fuente de esa agencia estadounidense dijo que el que dirigió la campaña de bombas en La Habana había sido Fidel Castro. En su moción, el abogado Hernández se refiere al Comandante Fidel Castro como “el entonces dictador absoluto de Cuba”.

El propósito de ese supuesto plan del gobierno cubano, dijo Hernández, fue para distraer al público de la visita del Papa ese año. El abogado de Posada Carriles acusa a la fiscalía de no haber compartido ese informe con él hasta hace pocas semanas, cosa que -dice él- ha resultado en que no ha tenido tiempo para citar al autor del documento o a la fuente que le brindó esa información para que vengan a El Paso a testificar.

La fiscalía respondió ayer a esos argumentos. En un escrito que presentó al tribunal, descartó la credibilidad de la fuente que le brindó esa información al FBI, porque “el gobierno de los Estados Unidos conversó con el agente del FBI que escribió el documento del 25 de septiembre de 1997, quien dijo que había redactado ese informe sobre unas declaraciones hechas por una fuente mal informada que estaba prejuiciada contra Cuba”.

La fiscalía añadió que su agente “concluyó después de una investigación exhaustiva que el gobierno cubano no estaba involucrado en algún plan para detonar bombas en La Habana”.

El defensor de Posada Carriles también alega que existe otro informe del FBÏ que es muy pertinente al caso y que la fiscalía tampoco compartió con él a tiempo. Se trata de un documento fechado en el 18 de noviembre de 2004 en el que -según lo resume Arturo Hernández- se demuestra que el “régimen de Castro había desplegado una conspiración para asesinar a (Luis Posada Carriles) en el 2004″.

Eso demuestra, dice él, que existe un “gran prejuicio contra (Posada Carriles) proveniente del régimen de Castro”. La fiscalía descartó ese informe del FBI como una simple conjetura de la fuente, y cita un tercer informe del FBI fechado el 11 de mayo de 1999 que dice que el gobierno de Guatemala -no al de Cuba- organizó el atentado que le hicieron a Posada Carriles en la década de los 80.

Los fiscales caracterizan los tres informes del FBI como “conjeturas que son poco fiables y que carecen de fundamento”. Consecuentemente, dijo la fiscalía en su respuesta al abogado de Posada Carriles, los informes no son pertinentes al caso.

LAS QUEJAS DE POSADA CARRILES SOBRE EL INSPECTOR CUBANO

Otras de las quejas que tiene el abogado defensor de Posada Carriles es que el inspector cubano que testificó el miércoles pasado, Roberto Hernández Caballero, posiblemente haya sido alguien que trabaja en asuntos relacionados con la contrainteligencia de Cuba. Aún no sabemos si eso es cierto, porque nadie le ha preguntado al testigo.

“La premisa de la defensa está basada en el falso argumento de que los campos de la investigación criminal y de la contrainteligencia son contradictorios”, dijeron los fiscales en su respuesta a esa queja. Añaden que “de hecho, en los Estados Unidos, el FBI está encargado de investigar asuntos de la contrainteligencia. Es probable que un gobierno extranjero pudiese también asignar responsabilidades de la contrainteligencia a su FBI”.

¿JUICIO O SAINETE?

La Jueza Cardone dijo que la semana que viene tomará una decisión sobre la moción presentada por la defensa para desestimar los cargos relacionados con las bombas que estallaron en La Habana en 1997. Si los desestima, los testigos cubanos no testificarían. Solamente quedarían los cargos que tienen que ver con la respuesta a si Posada Carriles mintió o no sobre la manera que entró ilegalmente al país: si vino en un bote o en una camioneta.

El caso se convertiría en un simple sainete judicial.

LA CARDONE

El caso está ahora en las manos de la jueza Kathleen Cardone. Ella nació en 1953 en New York. Se graduó de la facultad de derecho de St. Mary´s University en San Antonio, Texas en 1979, e inmediatamente comenzó a ejercer su carrera.

Los jueces estatales en Texas son electos, salvo si existe una vacante judicial. En el año 1995, surgió una vacante para el Distrito Judicial 383 del estado de Texas, y el entonces Gobernador George W. Bush nombró a Kathleen Cardone para el puesto. Duró poco tiempo, porque tuvo que someterse a una elección el año siguiente y la perdió.

El Gobernador Bush, sin embargo, no se dio por vencido. En 1999 surgió otra vacante en otro distrito judicial, el 388, del estado de Texas. El Gobernador no titubeó. Nombró otra vez a Cardone como suplente. Ella había estado trabajando como abogada e instructora en un colegio comunitario. También daba clases de ejercicios aeróbicos. Su alegría por el nombramiento no duró mucho. El año siguiente volvió a perder una elección.

Quizás porque estaba tan agradecida que George W. Bush le tuviera tanta confianza, en el año 2000 Kathleen Cardone donó $500 para la campaña presidencial del aspirante republicano. Su candidato preferido asumió la presidencia de los Estados Unidos el año siguiente, y el 1ro de mayo de 2003 el Presidente George W. Bush nombró a Cardone para el puesto de juez federal en El Paso. Esos puestos son vitalicios. La Jueza Cardone no tiene que preocuparse más de perder una elección.

En un artículo que publicó el Houston Chronicle en el año 2004 sobre los jueces en Texas que han perdido elecciones estatales pero que después reciben un nombramiento vitalicio para una judicatura federal —y que menciona a la Jueza Cardone entre ellos— aparece una cita de un profesor de la Universidad de Houston. “Los puestos de jueces van a las personas que han servido al partido de alguna manera”, dijo Robert Carp. “No es raro que alguien que es nombrado para una judicatura federal tenga algunos lazos político”, concluyó.

Escasamente cuatro años después de ser nombrada jueza federal por el Presidente George W. Bush, le tocó a la Jueza Cardone presidir el caso de Luis Posada Carriles. El 8 de mayo de 2007 (menos de cinco meses después del inicio del caso), la Jueza Cardone lo desestimó porque concluyó que el gobierno había engañado y atrapado a Posada Carriles–y que lo había estimulado para que hiciera declaraciones falsas con el propósito de posteriormente acusarlo de perjurio. La Jueza Cardone fue tajante en su decisión. Terminó su dictamen con estas palabras: “Las tácticas del gobierno en este caso son tan groseramente chocantes y tan indignantes que violan el sentido universal de justicia. En consecuencia, este Tribunal no le queda otra opción que desestimar la acusación”.

El Tribunal de Apelaciones para el Quinto Circuito cuya jurisdicción incluye el tribunal federal de El Paso revisó el récord y la decisión de la Jueza Cardone. Concluyó que la Jueza Cardone se había equivocado al anular el caso. “Que simplemente no hay fundamento para sus concusiones”, dijo el tribunal en el curso de una decisión de 35 páginas el 14 de agosto de 2008.

DOS PREGUNTAS

Por eso el caso le regresó a la Jueza Cardone ese mismo año, y ella sigue presidiendo el proceso. Sin embargo, ya ella anuló este caso anteriormente. ¿Estará predispuesta para hacer lo mismo ahora?

Si desestima los cargos nuevamente, la Jueza Cardone tendría que asegurarse que el tribunal de apelaciones no le reverse su decisión con otra crítica sobre los errores judiciales que cometió. Necesitaría buscar algún fundamento legal sólido. ¿Será por eso que necesita más tiempo para deliberar?

Antón Arrufat: Asumir a este país es otra forma de nacer

Antón Arrufat en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Antón Arrufat en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Amaury. Estamos en Con 2 que se quieran, ahora aquí, en 5ta. Avenida y Calle 32, en el barrio de Miramar, en los maravillosos Estudios Abdala.

Hoy es una noche privilegiada para mí, y espero que para ustedes, nos acompaña, está aquí, en un minuto frente a mí, ya está, el eminente escritor, ensayista, teatrista, cuentista, poeta. Una de esas personas maravillosas…, el día que lo vi en persona por primera vez fue en Guadalajara, México, yo entraba a un hotel, había una jornada de la cultura, él estaba sentado y me dijo mi esposa: Ahí está. Yo me viré, fui, me arrodillé y me presenté besándole la mano. Hoy puedo darle la mano, ya es una persona con la que tengo una gran relación. Como dije, el gran Antón Arrufat.Antón, muy buenas noches, bienvenido.

Arrufat. Muy buenas noches, buenas noches, Amaury.

Amaury. Muchas gracias…

Arrufat. Y gracias por recordarme aquel bonito gesto como de un caballero antiguo.

Amaury. Me tiré en el piso, le besé su mano, y además, la mano con la que escribe.

Arrufat. Sí.

Amaury. O con la que escribía, porque ahora andamos con las máquinas. A ver, yo quiero empezar, Antón, porque encontré unos fragmentos, como estamos en televisión, encontré unos fragmentos en su discurso de aceptación del Premio Nacional de Literatura, que he comentado varias veces sobre ese discursoporque es uno de los más estremecedores, pero encontré tres citas ahí que quiero comentar. Una dice, la primera: “Cuando me asomaba al balcón de mi casa, me saludaban los vecinos desde los balcones satisfechos de tener por vecino a un escritor que salía por televisión”.

Segunda vez que se habla de televisión en el mismo discurso: “En nuestro país la TV otorga también su carné de identidad”.

Y la tercera, la más arriesgada: “Para las mayorías populares, quien no aparece en la pequeña pantalla, no existe”

¿Usted cree en eso o es otra de sus ironías?

Arrufat. Yo creo en algo a partir de ese momento, fíjate. Cuando yo vivía ahí, he vivido mucho tiempo en el lugar donde vivo, en la calle Trocadero, cerca de donde vivía Lezama, a media cuadra, alguien en Madrid me dijo, Álvaro Pombo: ¡Mira que tú eres snob! mudartea la calle de Lezama, (risas)pero yo me mudé allí cuando ya Lezama había muerto, con el cual tuve una gran amistad, como toda la gente sabe. Pero yo entraba y salía, sin darme cuenta de que me había ido, lentamente, convirtiendo en una especie de personaje.Y un día, después del Premio Nacional, me asomé al balcón y la gente empezó a decirme: ¡Ay, tenemos un Premio Nacional en la cuadra! Yo vivo en una cuadra de gente muy desenfadada, ¿eh?, esto me puede costar que me abofeteen cuando llegue allí.

Amaury. No, porque sale por televisión. (risas)

Arrufat. Sí, claro. Entonces, la televisión aporta una especie de figura que destruye el vacío entre el artista y su público lector o su público admirador. Y eso es lo que sucede, que es lo que yo llamo carné de identidad ¿no?, o sea, alguna gente después del Premio Nacional, pues, me ve por la calle, siempre…, me acostumbré a salir con un bolígrafo. A la gente le apasiona tener autógrafos hasta de un autor que seguramente no han leído.Pero indudablemente la televisión en este país, y creo que en el mundo entero ya, es una fuerza inconmensurable de comunicación.

Amaury. Sí, lo que pasa es que el juicio es muy duro y a mí me pareció, conociéndolo, un poquito sarcástico, porque dice: “Para las mayorías populares, el que no aparece en la pequeña pantalla no existe”. Y eso es un poco absoluto.

Arrufat. Los años me han ido aliviando, eso es del año 2000, o sea, mis grandes maestros, Lezama y Virgilio Piñera, no salieron nunca en televisión. Sentían por la televisión algo como: “No te metas ahí, muchacho, no te metas ahí”. Y entonces a mí me pasa eso también.

Amaury. Sí, con recelo.

Arrufat. Sí, con recelo, es la palabra exacta. Voy a tener que acabar aceptando este medio. (risas)

Amaury. A ver, en un libro que es una verdadera joya, usted insiste en un personaje; la tía. La tía que se relaciona con los espejos. Entonces mi pregunta sería: ¿Si se mira usted mucho al espejo? Sería la primera pregunta. Si fuera afirmativa ¿qué ve? Y si fuera una negativa ¿a qué le teme?

Arrufat. Bueno, uno en el espejo puede ver aquel que quiso ser, en un sentido, tal vez, moral. Yo me afeito al espejo, como casi todo el mundo.Cuando era muy joven me levantaba y me miraba al espejo y decía, golpeándome la cara: ¡estás bien, estás bien! y salía, pero ahora me he dejado de mirar. El problema de mi tía era la no existencia.

Amaury. La no existencia, ¡no existía si no se veía en el espejo!

Arrufat. Si no se miraba a cada rato en el espejo…, ella, de pronto, en medio de la conversación, era una persona maravillosa en ese sentido, porque era completamente demente se levantaba desesperada, y decía: no existo, ¿no hay un espejo?, no existo. O sea, no me veo. Y el espejo…, tú sabes que en ese libro que tú citasLas pequeñas cosas, hay también un escrito largo sobre el espejo. Creo que el espejo es una especie de viviente en la casa. Por ejemplo, tú oscureces toda la casa y pasas por el baño o pasas por donde hay un espejo, y el espejo te lanza un reflejo. Y uno lo mira extrañamente como: estoy aquí, soy tu segunda parte, mírate un rato,cualquier cosa, que el espejo puede dar, aparte de que el espejo es un instrumento erótico.

Amaury. Sí, y de la vanidad.

Arrufat. Y de la vanidad.

Amaury. También, meditando en eso del espejo, pensé en la sombra y en Peter Pan buscando su sombra.

Arrufat. Sí.

Amaury. Ahí está, ¿Antón anda buscando su sombra?

Arrufat. Nadie puede saltar más allá de su sombra, decía Confucio.

Amaury. Claro.

Arrufat. Y la sombra va detrás de uno. ¿Tú te imaginas lo que sería la sombra en la noche medieval mientras nieva y la gente está encerrada en la casa, está nevando afuera, hay un frío extraordinario? Una de las cosas más impresionantes es que las sábanas en la Edad Media no se calentaban nunca, (risas) siempre estaban frías, y la gente utilizaba botellas con agua caliente, cualquier cosa, metían al perro en la cama, cualquier cosa por tal de no sufrir esas madrugadas infinitas con un frío en su esplendor…

Amaury. …Pero hay dos tipos de frío, el que provoca el clima y el que provoca la soledad. Entonces, la pregunta sería, y voy a provocarlo. Cuándo está solo y tiene frío ¿No va a poner botellas calientes? No sé si tiene un perro.

Arrufat. Mi perro murió, pero es mejor deslizar un cuerpo humano que lo caliente a uno. Lo que sucede es que, mira, yo a esta edad, tengo 76 años, no le tengo miedo a la soledad. Además, fíjate en algo, la soledad es casi inalcanzable, porque uno está acompañado por los libros, por la música, por los recuerdos, por la memoria, por los dolores de su cuerpo.

Amaury. Por el sonido de la calle.

Arrufat. Por el sonido de la calle y entonces la soledad es un estado de aspiración del hombre. Estoy diciendo cosas en que seguramente la gente no cree, pero es como ese estado al cual el hombre puede llegar, una aspiración, como la libertad, por ejemplo. No hay una libertad absoluta, no hay tampoco una soledad absoluta.

Amaury. Pero hablamos del día, ¿y en la noche?

Arrufat. Bueno, en la noche todo es más espantoso. Yo era, de joven, un tipo nocturno, que salía a caminar por las noches. Ahora ya no hago eso, porque además, la ciudad es tan nocturna, tan doblemente nocturna, tan carente de luz, que es maravilloso, porque uno se puede ir partiendo las piernas a medida que va caminando y llega a su casa ya, completamente paralítico (risas).Pero, bueno, he escrito una novela que se llama La noche delaguafiestas.

Amaury. ¡Una gran novela, no una novela!.

Arrufat. Eso dicen algunas personas y otros la atacan violentamente.

Amaury. Bueno, yo no sé quiénes…

Arrufat. Lo que se merecen siempre las grandes novelas. Ser elogiadas y ser atacadas.

Amaury. Bueno, yo soy…

Arrufat. …Eso quiere decir que no es indiferente, que la gente no es indiferente con el libro. ¿Tú estás a favor?

Amaury. Sí, yo estoy a favor.

Arrufat.Te voy a mandar un ejemplar con una dedicatoria.

Amaury. Yo tengo el ejemplar que compré.

Arrufat. Sí, pero te mandaré el último publicado en España con una dedicatoria muy tierna.

Amaury. Ahora, yo, y ya el televidente vio, el que lo leyó, el que no lo ha visto conversar así en público. Ya vio al demonio que habita en Antón, al Enfant Terrible, ¿no?, dirían así las personas que manejan así el francés y todo eso.Y cuando hemos estado juntos, muchas veces hemos estado en lugares donde hay muchas personas, y algunos de los que están ahí, yo sé que son capaces de caer martilladas bajo el filo de la lengua de Antón. Yo corro y me pongo al lado de Antón. ¿Por qué ejercita esa necesidad, todo el tiempo, de entrar en esa batalla con su propio ingenio?

Arrufat. Mira, tengo demasiado y tiene que salir de algún modo (risas) porque no me voy a morir con el ingenio en la cama. Pero yo creo que es un ejercicio. Es un poco aprendido de memoria ¿eh?Es un ejercicio, ¿tú comprendes?, que uno hace y que no puede dejar de hacer porque es lo que el otro espera. Entonces como el otro espera que yo diga algún horror, todo el mundo se acerca para ver qué horror dije y después lo van divulgando por la ciudad y los aumentan.

Entonces cuando quieren hablar de alguien me lo atribuyen también, o sea, es un horror que se multiplica y entonces yo los divierto. Además yo soy admirador de Oscar Wilde, que hacía mucho estas cosas.

Amaury. Hacía eso todo el tiempo.

Arrufat. Y entonces, hay una anécdota sobre Oscar Wilde, que había conversado de un modo brillantísimo con varios amigos en una mesa, no quiere decir que yo tenga esa brillantez, que yo lo alcance. Pero lo cierto es que un amigo después contó, que cuando se levantó y lo vio cómo se alejaba en la calle, iba triste, alicaído, como perdido. O sea, el hombre que había sido brillantísimo delante de los demás, en la soledad, era un verdadero espantajo. No sé si esto me ocurre.

Amaury. No es su caso, yo puedo decir que no es su caso. Además, yo me acerco, no solo a disfrutar del filo de su verbo, sino a protegerme.

Arrufat. (risas) ¿Tú piensas que mientras estás al lado no voy a hablar mal?

Amaury. Por lo menos en mi caso nunca ha ocurrido.

Arrufat. No te garantizo eso. (risas) Porque una de las cosas que más me gusta es decirle a le gente lo que el otro dijo y delante.

Hay tres personas y yo me acabo de enterar que de la tercera acaban de decir tal cosa, y yo inmediatamente se lo digo allí delante. Mira, esta persona ha dicho de ti esto, y es maravilloso, porque se forma, se forma como una especie de vitalidad, que necesitamos mucho cuando ya somos muy conocidos. Necesitamos siemprecomo una vitalidad.O sea, que las solemnidades se caigan, que ya yo no sea miembro de la Academia de la Lengua, que no sea Premio Nacional, que no tenga todas las medallas, todo eso se viene al suelo y me convierto en un muchacho de veinte y pico de años.

Amaury. Es lo que parece, un muchacho.

Arrufat. ¿Usted cree?

Amaury. Sí, bueno yo sí. Ahora, ¿cómo es un día de Antón? porque los escritores tienen manías.

Arrufat. Estoy lleno de manías para trabajar y he hecho una lista de todas esas manías.

Amaury. Por ejemplo, ¿a ver algunas?.

Arrufat. Bueno, el bañarme, el tomar té, el caminar, a veces caminaba mucho. Por ejemplo, cuando escribo una obra de teatro, me gusta caminar. Entonces me hago todos los personajes y los vecinos van creyendo que he enloquecido porque hablo como mujer, como niño, como anciano, como gago, como cualquier cosa y entonces hay una especie… como de… como aquí se vive de una manera tan colectiva, y tan promiscua, que todo el mundo participa un poco de la vida de uno.Pero claro, ya se sabe que ahí vive la figura. No te he contado ese chiste.

Amaury. ¡A ver, cuéntemelo!

Arrufat. Que yo entré en una librería y la librera estaba sentada, me miró y me dijo: ¡Hola, figura! Desde ese momento yo utilizo ese término de figura, claro, burlándome un poco de mí mismo, cosa que hago con gran pasión.

Amaury. Ahora, una cosa que me llama la atención, todas las ramas de la literatura usted la trata, las trabaja y tiene éxito en todas.¿Pero a la misma vez usted está escribiendo una novela, o un cuento, o un poema, un ensayo, una obra de teatro, a la misma vez todo?

Arrufat. No, a la misma vez no. Pero yo siempre quise vivir en una especie de casa en que cada habitación tuviera una máquina de escribir o una computadora.

Amaury. Es lindísimo porque es como un cuadro de Magritte.

Arrufat. Sí, y en una escribía la novela, en otra escribía un cuento, en otra escribía poemas, me iba trasladando por el resto de la casa.

Amaury. Pero es una cosa a la que no debe renunciar. Es una buena idea.

Arrufat. No, yo no he renunciado a nada, me lo han ido quitando todo, pero no he renunciado. (risas)

Amaury. Santiago de Cuba, Antón Arrufat, santiaguero. Sin embargo, no tiene acento de santiaguero.

Arrufat. He hecho un esfuerzo gigantesco por quitármelo.

Amaury. ¿Por qué? Ahora le salió.

Arrufat. Sí.

Amaury. “Por quitármelo”. (Amaury habla como un santiaguero)

Arrufat. ¿Sabes una cosa?, que apenas un santiaguero me llama por teléfono, conversamos un rato y yo me paso como tres días hablando como los santiagueros.Eso es una cosa tan pegada, tan consustancial a mi sangre y a mi espíritu, a lo que sea, vaya, a lo que es consustancial, que nunca hemos sabido qué cosa es.

Amaury. Y se usa mucho esa palabra, porque es lindísima.

Arrufat. ¿Consustancial?

Amaury. Sí, es preciosa.

Arrufat. Entonces, ¿Hablábamos de Santiago?

Amaury. De Santiago de Cuba. Quiero hablar sobre todo, por los apellidos.

Arrufat. Mis apellidos son Arrufat Marat: mi padre era de origen catalán, Arrufat. Es una familia muy antigua del reino de Aragón. Y mi madre, era Marat, decían siempre en esa casa, hasta hace muy poco en que me encontré con un hispanista palestino, y yo le dije que yo era árabe, y escribió mi nombre como lo escriben los árabes, el apellido de mi madre y me dijo: mire, no se dice Marat, se dice Murat. Me pareció una cosa maravillosa, porque durante años, mi familia dijo su apellido mal, no sé cómo.

Amaury. ¿Y usted también?

Arrufat. Sí, yo también.

Amaury. Y quería preguntar por el niño Antón, el niño Antón en Santiago de Cuba.

Arrufat. Ah, el niño Antón era insoportable. Mi madre, que me quería mucho, como todas las madres cuando no son unas canallas, nunca me pegó.Y yo creo que hubiera sido bien que me hubieran dado mi buen bofetón de vez en cuando, pero no.

Amaury. No ocurrió.

Arrufat. No ocurrió, no ocurrió. Y eso contribuyó a majaderías que he heredado hasta hoy, que no me podían prohibir nada. Me daban unos ataques que me salía una espuma por la boca, impresionante.

Amaury. Pero por qué era aquello, por explosión…

Arrufat. Era díscolo, pero además jugaba pelota, hacía disparates, me iba al mar, remaba. Toda una serie de cosas que hacen los niños.A mí me encantaba un lugar en Santiago de Cuba, que se llama Cayo Smith, que es como una islita.

Amaury. Preciosa.

Arrufat. En el centro de la bahía.A mí me encantaba nadar allí, ir a Ciudad Mar. Al Morro nunca iba, porque no estaba restaurado, y los santiagueros no tenían ninguna costumbre de ir al Morro, y entonces después ingresé en la escuela de los curas.

Amaury. Bueno, ¿qué quedó de la escuela de los curas?

Arrufat. La gente dice que quedan algunos gestos de mano y sobre todo, una disciplina. Eso me lo enseñó la iglesia. Las dos órdenes en las cuales fui educado, por los Jesuitas y posteriormente, cuando ya vivíamos en La Habana, que vinimos en el año 47, los Escolapios. Pero me sirvieron.Después me separé por completo de la Iglesia. Esto lo he explicado en unas largas entrevistas que fueron publicadas en las revistas de la Iglesia, porque yo era monaguillo, servía en la iglesia, me vestían de Papa en las fiestas religiosas.

Amaury. En las representaciones religiosas.

Arrufat. En las representaciones. Parece que descubrieron que yo era un tipo teatral, los curas tienen una buena mirada, que les permite llegar hasta hoy.

Amaury. Y que van a trascender a mañana también, y eso lo digo yo.

Arrufat. Y eso lo dijo usted y lo decía Lezama. Lezama cuando me veía muy incrédulo, decía: “No se preocupe, no me moleste, porque la Iglesia durará hasta el fin de los siglos”.

Amaury. Exactamente

Arrufat. Decía así como si los siglos fueran a entrar por la ventana.

Amaury. ¡Y en el caso de Lezama, podían entrar por la ventana los siglos!

Ahora, Antón. ¿Cuándo es que aquella suerte de epilepsia infantil se convierte…?

Arrufat. …Imaginaria, ¿eh?

Amaury. Claro, claro que imaginaria, pero se convierte en una epilepsia intelectual, ya no imaginaria, sino real, porque solamente se puede tener una obra como la suya, si uno vive en un estado de catalepsia, prácticamente.

Arrufat. Mira, muy pronto. Yo empecé a escribir como a los 10 años. En la misma aula, mientras el cura explicaba, yo escribía tranquilamente. Y siempre me sorprendía el cura en eso, y me decía: ¡oiga, pero atiéndame! Y yo decía: sí, yo estoy atendiendo, yo estoy atendiendo, y yo estaba escribiendo un poema. Pero esos poemas se perdieron, felizmente, a lo mejor ¿comprende? alguien los ha recogido y los va a publicar después que yo cierre los ojos.

Amaury. Mejor sería que los publicaran con los ojos abiertos.

Arrufat. No, porque pueden ser mejores que los de ahora (risas), y eso me daría una vergüenza espantosa.

Amaury. ¿Y cuándo es que conoce a Virgilio Piñera? Hay muchas voces maldicientes que dicen, que usted era su discípulo, que era el muchacho preferido de Virgilio y que todo lo que sabe lo aprendió de él. Siempre hay gente que dice cosas así.

Arrufat. Sí, hay gente que dice cosas así. Yo también las digo, o sea, no hacen más que corresponderme. Pero no es cierto. Virgilio era un tipo muy rivalizante, una personalidad muy difícil y yo lo toreaba muy bien, ¿eh?. Entonces tuvimos una amistad, como son las amistades, las verdaderas amistades entre los artistas. Vernos diariamente, bañarme en su casa, él ir a comer a la mía, y por la noche hacer un café con leche con dos galletas viejas. Es decir, eso era realmente una amistad de verdadera relación, ¿no?, de verdadera relación.A veces teníamos unos disgustos infinitos y estábamos tres o cuatro meses sin vernos. Era una cosa muy graciosa, porque a veces nos encontrábamos en la calle y estábamos peleadísimos, y él pasaba por el lado y me hacía así. (se coloca la mano en la cara a modo de parabán)

Amaury.¡Con la mano o con el paraguas!

Arrufat. Con la mano, como quien dice: paso, pero no te veo. Yo aprendí de él una cosa que es importante para un escritor, cuando está tratando a un escritor más hecho que él. Que es la ética de la literatura. La literatura tiene su ética, el escritor tiene su manera y su manera de vivir en la sociedad, su conducta y tiene que mantenerla hasta el final.No aceptó nada que lo separara de su escritura. Vivía con una peseta, yo también vivía con una peseta en el bolsillo, en aquella época también se podía vivir con una peseta ¿comprende? Pero esa ética de un escritor; yo digo lo que debo decir, yo escribo lo que debo escribir. Yo no hago elogios de compromisos porque tú eres mi amigo, y me apena y tengo que elogiar tu libro de todas maneras. Esas cosas a él le parecían verdaderas traiciones y eso es lo que yo aprendí de él.

En el orden de la escritura, mi literatura, ni mi teatro, ni mis novelas, ni mis poesías se parecen en nada a lo que él escribió,

Amaury. No se parecen.

Arrufat. No se parecen, ¿verdad? Es a favor de él, ¿no?

Amaury. A favor de los dos. Es más cómoda para mí esa posición.

Arrufat. ¿Verdad?, es casi suiza.

Amaury. Es el mundo de los relojes. (risas)

Arrufat. Entonces, pues nada. Eso es lo que yo creo que yo heredé de él. También lo heredé un poco de Lezama, aunque Lezama era un individuo más tranquilo que Virgilio Piñera, que fueron, como escritores, mis dos grandes amigos.

Después lo sería Dulce María Loynaz, pero Dulce María Loynaz era una gran dama, tenía unos vestidos que le llegaban a los tobillos, entonces era muy diferente. Yo aprendí con ella el arte de conversar. No aprendí, sino perfeccioné con ella el arte de conversar; porque ella conversaba como los antiguos cubanos, que es una manera muy curiosa de conversar: que es escuchar, no precipitarte, no apabullar al otro, no querer tener todos los problemas resueltos. O si tú tienes todos los problemas resueltos, fingir que no están resueltos, para oír lo que el otro va a decir sobre esos problemas. Eso lo aprendí de estos grandes escritores.Indudablemente son los grandes escritores cubanos del siglo XX.

Amaury. Sí, pero es curioso, porque tanto Lezama, como Virgilio, como Dulce María, son personas que vivieron, además, una vida hacia adentro y cualquiera que esté viendo la entrevista, pensará que usted es una persona que vive hacia afuera, de balcón a la calle, en la realidad, por las cosas que está hablando. ¿Cómo podía establecer entonces un vínculo con personas tan herméticas…?

Arrufat. …Bueno, Lezama…

Amaury. …Dulce María sí era hermética…

Arrufat….Y Lezama también, pero Dulce María… yo de pronto iba por la calle Obispo, me sentaba en el Parque Central, y la veía sentada en un banco allí, vestida de negro, con una sombrilla abierta. Y yo iba y la saludaba y le decía: ¿Usted es usted? Y decía: Yo, sí. Ella tenía eso, y Lezama era un caminador, hasta que pudo. Ya cuando yo empecé la gran intimidad con él, que era en los años 70, ya él no caminaba, había engordado mucho.

Pero Virgilio era un callejero, un trashumante. Íbamos juntos a todas partes. Cuando vino ese mal tiempo, que no es el mal tiempo ni de la Batalla de Mal Tiempo, ni del tiempoclimático.

Amaury. ¡Del mal tiempo gris!

Arrufat. Del mal tiempo gris, sí, o negro. Entonces ese mal tiempo, ¡ay!, ¡cómo nos divertimos!, sufrimos, pero nos divertimos mucho (risas) Entonces, íbamos a asustar a la gente, ¿comprendes?, asistíamos a las galerías, a las exposiciones, a las funciones de teatro y la gente salía corriendo, literalmente, Amaury. Corrían cuando nos veían. Decían: ¡Ahí vienen! No te pegues ahí, porque nos están mirando, no te pegues.

Amaury. ¿Mentira que la gente era tan miserable?

Arrufat. La gente era así. Y perdimos muchos amigos así, muchos falsos amigos. Claro, a nosotros…, yo no tenía ningún miedo de ir a esos lugares, ni él tampoco.Bueno, ¡qué va a tener miedo Virgilio Piñera!. Él fingía tener miedo, escribía sobre el miedo. Su literatura está recorrida por un miedo que es el miedo ante la muerte, el miedo ante la indefinición, el miedo ¿tú comprendes? espiritual, todos los posibles miedos, el miedo que dan las grandes ciudades, porque él en el fondo era un provinciano. Un provinciano en el buen sentido. Había vivido muchos años en Camagüey, 22 años y cuando vino a La Habana sintió ese terror que siente el hombre de provincia en una ciudad mucho mayor, en una ciudad en que hay que aprender a subir las escaleras, ¿eh?, porque eso es importante.

Además, como siempre he tenido lo mismo dentro de mí, el sedentario que el callejero, entonces, pues con mi parte de sedentario hacía mi obra y con mi parte de callejero era amigo de ellos, sobre todo amigo de Virgilio. Cuando ya fue mi gran amistad con Dulce María, también fue en esos tiempos de mal tiempo, en que llovía mucho, por eso le pusieron Mal Tiempo a esos tiempos. En fin, pero de todos modos, eran, como personas, extraordinarias, ¡extraordinarias!

Amaury. ¿Y qué fue lo que le llamó la atención a Antón de esos personajes: Compartir el mal tiempo, compartir el aguacero, el trueno, el rayo, las épocas del mal tiempo?

Arrufat. Bueno, lo que pasa es que nosotros habíamos sido hasta ese momento, figuras públicas. Lo continuamos siendo, pero en lo que Eliseo Diego llamó El oscuro esplendor, o sea, estábamos en una oscuridad, pero que era más luminosa que la misma claridad.

No hablábamos casi nunca de lo que nos ocurría. Era como de mal gusto, ¿no?, era como subrayar lo que ya sabíamos. Y hablábamos como hablan los escritores, que todos somos muy habladores. Entonces, era, mira, voy a decir una palabra que ya no se usa tanto, era un compañerismo. Era ese tipo de relación entre, digamos, tus iguales. Ellos me llamaban, me buscaban. Yo tenía con ellos una relación, que cualquiera en este momento puede pensar: cómo está mintiendo ese hombre, nunca fue íntimo de esas personas. Esas cosas, pero en fin, eso no importa, todo el mundo sabe que fue verdad.

Amaury. También, usted era el joven y era el guapo. Pero, hace un ratico usted decía:no hablábamos de lo que ocurríaporque era de mal gusto, pero como estamos en televisión y estamos en el año 2011, será importante nombrar las cosas.

Arrufat. Hay un libro así, ¿no?

Amaury. Exactamente, bello libro, por cierto, de Eliseo Diego. Y entonces sería interesante ¿qué era lo que ocurría?

Arrufat. Bueno, lo que ocurría era la separación, la separación. En un momento dado, ustedes de aquí no pasan. La sociedad que estamos fundando no es para ustedes y llegó un punto en que ya no podíamos participar de ella. Eso fue lo que ocurría, en fin, ya eso es una cosa tan vieja, ¿eh?, que…

Amaury. …Pero la gente siente curiosidad muchas veces por las cosas viejas…

Arrufat. …Bueno, mira, cuando se pusieron Los siete contra Tebas en el (Teatro) Mella, pasé por una experiencia interesantísima. Porque aparte de las 1 500 personas que iban todas las noches, y se puso 16 noches. Los muchachos de la Universidad, los estudiantes, me esperaban en el vestíbulo para que yo les contara lo que ocurría, para nombrar las cosas.

Amaury. Claro.

Arrufat. Y entonces, yo les contaba, más o menos, lo que había ocurrido. Porque sobre eso, sobre esa época, casi todo se ignora. Es una época muy importante, porque ahí surgieron, desde Lunes de Revolución,surgieron una serie de escritores, de artistas, de músicos, de pintores y todo, que son de una importancia extraordinaria en la Cultura de este país. Y salieron de ese momento oscuro, casi medieval y salieron de nuevo a la luz y ya.

Amaury. Ahora, hay personas, de esa generación, que han querido sanar y han sanado. Y hay personas que no quieren sanar porque les gusta vivir en esa especie de insalubridad memorial, ¿no?,la memoria insalubre también brinda una posibilidad de especular, de contar y de brillar a partir de las propias desgracias. Eso existe en todas las épocas, pero sobre todo en esa.

¿Usted es de los que sanó, de los que está por sanar o de los que no quieren sanar?

Arrufat. Yo soy superior a los resentimientos, soy superior a ese momento. No dejé de escribir jamás, pese a todo, pese a todo. Siempre me dije: Si van a tirar contra ti, que tiren con los cañones, porque tú vas a responder con tus cañones, que es, mira, escribir en esta página. Y así fue. Y nada, es decir, eso forma parte de una conversación, como el que habla de una enfermedad de su tía. Entonces, esa enfermedad que mi tía tuvo…

Amaury. ¡Aquella gripe mala!

Arrufat. Sí, aquella gripe mala. Ella tosía mucho de noche, y entonces, eso me hizo famoso. Cínicamente debía agradecerlo.

Amaury. Antón, su obra lo hubiera hecho famoso en cualquier circunstancia. Esa es la única ironía que no le voy a dejar pasar.

Arrufat. Lo estoy aceptando.

Amaury. Ahora, Manuel Sanguily decía en el siglo XIX, que la Cultura Cubana, era del disimulo y la hipocresía. En el siglo XXI ¿usted suscribiría un punto de vista tan audaz como ese?

Arrufat. Esa es una frase que yo he citado.

Amaury. Yo sé, yo también la conozco, pero no la conozco porque la citó, sino porque la leí de Manuel Sanguily y me quedé helado.

Arrufat. ¡Sí, él era un hombre muy inteligente!

Amaury. ¡Muy inteligente!

Arrufat. Y, además, tenía una lengua, capaz de decir cualquier cosa.

Amaury. Ahí nos parecemos.

Arrufat. Pero yo, cuando encontré esa frase de Manuel Sanguily, dije: Esto es lo que nos ocurre.

Amaury. Claro.

Arrufat. Pero tú sabes ¿por qué? En primera, porque somos un país muy pequeño, donde la verdad no circula,estoy hablando de los círculos literarios.

Amaury. Sí, sí, yo sé.

Arrufat. Hay que hacer esta aclaración.

Amaury. Buena aclaración.

Arrufat. La verdad no circula del todo, y eso es lo que le falta un poco a la crítica cubana; a la crítica literaria, a la crítica de artes plásticas, hasta a la crítica de radio y televisión, y es que disimulan.¿Por qué? Porque, bueno, porque ese guión lo hizo un amigo mío, y esa novela la escribió un amigo mío que me viene a saludar todos los días ycuando él venga aquí a mi casa, qué yo le digosi escribo en contra de su novela, ¿qué hago con eso? y algún día alguien tendrá que limpiar la crítica del futuro, lo que sea, tendrán que limpiar esa costra y ver, debajo de esa costra, cuál es el auténtico brillo, cuál es el auténtico metal que va a durar. Porque si se basan en las opiniones de este momento, la confusión, como diría Hamlet, ha hecho su obra maestra.

Amaury. Ya yo sé cuál sería a la crítica y a la opinión que aspiramos. Pero el asunto es, ¿cuál sería preferible?, porque también estamos utilizando mucho, no el disimulo, sino el silencio; y muchas veces lo que hacemos es, no nos querernos comprometer, ni a favor ni en contra.

Arrufat. El silencio es una forma del disimulo y la hipocresía es una tradición que viene del simular. El cubano simula muchas cosas. Como todos los seres humanos, el cubano está lleno de complejidades. Parece ser franco, directo, jovial, hospitalario. Eso en principio, pero después empezamos a descubrirle y a descubrirnos nuestras zonas oscuras, nuestras zonas calladas, el no decir.

Amaury. Sí, pero Antón, eso es para buscar la palabra bella aquella, que encontramos al principio, eso es consustancial a la naturaleza humana.

Arrufat. Consustancial, pero aquí es grave. Porque, si tú piensas, por ejemplo, en los tabúes sexuales que tiene el pueblo de Cuba, o que tuvo hasta cierto punto.

Amaury. ¡Que tiene!

Arrufat. O que tiene, bueno, lo extraño que es que te hablen realmente de lo que les ocurre…

Amaury. …A ver, eso ocurre en el cubano, ya usted dijo. Yo creo que ocurre en casi todas partes.

Arrufat. Lo acepto, acepto que ocurre en casi todas partes.

Amaury. De todas maneras, aquí nosotros hemos tenido como invitados -lo sigo provocando-, hemos tenido como invitados a personas que profesan diversas religiones, que en un momento determinado aquí ni se hablaba de eso.

Pero por ejemplo, aquí hemos tenido personas que tienen preferencias sexuales diversas y nadie, nadie, teniendo toda la libertad del mundo para hablarlo, nadie lo asume. Nadie dice: No, yo vivo con un compañero, en el caso de un hombre. En caso de una mujer: Yo tengo una amiga con la que vivo, una novia. La gente no dice esas cosas tampoco en televisión. O sea, quizás por eso, porque también, dentro de uno dice: ¿qué van a decir mis vecinos?, ¿qué van a decir mis amigos?, ¿qué van a decir, en el caso suyo, mis lectores?Eso también ocurre en los personajes no públicos, pero en los públicos ocurre con mucha más gravedad. ¿Estaría de acuerdo usted con eso o no?

Arrufat. Yo creo que sí, por eso son personajes públicos, porque si no, no lo serían.

Amaury. Está bien. Bueno, de todas maneras quería que eso estuviera aclarado, así que bueno, seguimos. ¿Es miope? ¿Usted es miope?

Arrufat. Profundamente, desde niño.

Amaury. Yo me iba, Antón, a lo de los miopes, porque yo soy miope y los miopes son personas que esconden, que tienen trastiendas. O sea, se hacen los que no ven y ven. Porque si yo me quito, si yo hago esto, (Amaury se quita los espejuelos) su figura es totalmente borrosa, pero yo presiento que Antón está ahí y cuando me los pongo, es una certeza ¿No le ocurre algo parecido?

Arrufat. Bueno, a mí me ha gustado muchas veces ver a personas borrosas (risas). Entonces, cuando me quito los espejuelos, (Antón se los quita) entonces digo: Ahora descanso, los voy sumiendo en la nada.

Amaury. Sí, pero por ejemplo.

Arrufat. O sea, nosotros tenemos la posibilidad de lo que es corpóreo, hacerlo incorpóreo.

Amaury. Claro.

Arrufat. Que es una de las cosas que trata de hacer la poesía. Es decir, lo que vemos no es todo, hay un mundo invisible ¿comprende? que si tú te quitas los espejuelos empiezas a presentir que hay un mundo invisible, que la gente ya no es lo que es.

Amaury. Es convertir la fusa en la difusa. (risas)

Arrufat. Un poco aguada, una mirada acuosa, que la gente dirá ¿qué estará pensando?

Amaury. Yo quiero irme acercando al final. Usted es un hombre muy admirado ¿pero querido, se siente querido?

Arrufat. Mira, entre la admiración y el querer hay una distancia infinita. La admiración es un poco fría, porque tú puedes querer a una persona sin admirarla.

Amaury. Está raro eso, yo no puedo.

Arrufat. ¿No?

Amaury. No.

Arrufat. Bueno, tú puedes querer a una persona que carece, por ejemplo, de aptitudes artísticas, y que tú a la vez, día tras día haciendo labores, que para ti son perder el tiempo. Tal vez, si lo pienso más, tenga los dos sentimientos mezclados: el querer y la admiración juntas, confundiéndose el uno con el otro. Eso es posible.

Pero yo puedo admirar a un escritor y no quererlo, en fin, creo que eso es.

Amaury. ¿Cree que es querido? Es lo que quiero decir.

Arrufar. ¿Si soy querido o no? Nunca le he preguntado a nadie.

Nunca le he preguntado a nadie ¿tú me quieres? Eso combate mi orgullo. (risas) No puedo preguntar eso, esa cosa ingenua y maravillosa que le pregunta una persona a otra ¿tú me quieres?

¡Qué difícil es para mí preguntarle a alguien! ¿Tú me quieres? Por tanto, como el verso maravilloso de Julián del Casal: Siempre ignoraré quién me ama.

Amaury. Yo estoy siempre desesperado por preguntar ¿tú me quieres?, a mí me encanta. Y me quiere, no me quiere, incluso, como decíamos con la florecita, ¿no?

Arrufat. Ahora, yo no alcancé esas florecitas ¿dónde estaban?

Amaury. Estaban en su corazón, lo que no miro para allí. Yo quiero terminar preguntándole si suscribe una frase de Valle Inclán, que a mí siempre me llamó la atención:

Arrufat. (risas) Esa es una trampa.

Amaury. Que dice: “Si prescinden de mí, yo prescindiré de ustedes”.

Arrufat. Era una frase de su momento, creo que está en mi discurso. “Si prescinden de mí, yo prescindiré de ustedes”. Yo puedo olvidar perfectamente a aquellos ¿tú comprendes? que han prescindido, que prescinden de mí. Yo no los necesito. Yo puedo hacer mi obra sin ellos, pero al mismo tiempo, ellos no pueden estar sin mí, porque el modo de perseguir a una persona, el modo de enjuiciarla, es el modo de, secretamente, de influirte por ella. Uno acaba adquiriendo las formas del que persigue y las pasiones del que persigue. Yo podía haber nacido en otro país y no haber nacido en este, pero lo importante es que no solo es nacer en este país, es asumir este país, que es otra forma de nacer. Hay como dos o tres nacimientos.Una vez leí una frase, una línea de Garcilaso de la Vega, que la voy a transformar, cosa que hago, él dijo una vez: “Me duele España”. Yo puedo decir: Me duele Cuba.

Amaury. No, no, no. Los dolores de Cuba son otros dolores que nosotros tenemos el deber de ir aliviando. Muchas gracias, Antón.

Antón. Exactamente.

Amaury. Te quiero mucho, te admiro, y te adoro.

Antón. Gracias, gracias por correr ese riesgo. (risas)

Antón Arrufat y Amaury Pérez en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Antón Arrufat y Amaury Pérez en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Antón Arrufat en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Antón Arrufat en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Antón, Amaury y Manolito Iglesias, el editor de "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Antón, Amaury y Manolito Iglesias, el editor de "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Antón, Amaury y Manolito en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Antón, Amaury y Manolito en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Antón y Amaury en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Antón y Amaury en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Fidel con intelectuales: “A la humanidad hay que salvarla ya”

Fidel con asistentes a la Feria del Libro. Foto: Roberto Chile

Fidel con asistentes a la Feria del Libro. Foto: Roberto Chile

“No se trata de salvar a la humanidad en términos de siglos o de milenios: a la humanidad hay que empezar a salvarla ya”, dijo el líder de la Revolución Fidel Castro en un encuentro con un grupo de intelectuales nacionales y extranjeros que asisten a la XX Feria Internacional del Libro de La Habana.

En el animado diálogo con los escritores que se prolongó por más de cinco horas, Fidel añadió que “nuestra especie no ha aprendido a sobrevivir”, y que las respuestas a los dramáticos problemas que afronta el planeta “no se pueden posponer”.

En el encuentro se repasaron temas tan diversos como el aumento de los precios de los alimentos, las revoluciones sociales en el mundo árabe, el cambio climático, la educación de los jóvenes y la crisis de los organismos internacionales, entre otros temas, motivados por preguntas y comentarios realizados por los intelectuales a Fidel.

Fidel con los intelectuales. Foto: Roberto Chile

Fidel con los intelectuales. Foto: Roberto Chile

El Comandante en Jefe compartió con los presentes unas notas elaboradas especialmente para el encuentro.

(Noticia en construcción. En breve, más información y fotos)

Fidel con intelectuales. Foto: Roberto Chile

Fidel con intelectuales. Foto: Roberto Chile

Fidel con intelectuales. Foto: Roberto Chile

Fidel con intelectuales. Foto: Roberto Chile

Fidel con intelectuales. Foto: Roberto Chile

Fidel con intelectuales. Foto: Roberto Chile

Peruanos piden a Ban Ki-moon interceder por Los Cinco

El Comité Peruano de Solidaridad con Los Cinco y la Liga Parlamentaria de Amistad Perú-Cuba pidieron al Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, quien visita a ese país, interceder por los Cinco Héroes.

La solicitud fue hecha en sendas cartas abiertas publicadas en el boletín digital de dicho Comité y reproducidas en el sitio digital www.cubaminrex.cu.

Ambas organizaciones tras desearle una grata estancia en Perú, le piden intervenir para que sean liberados los antiterroristas cubanos presos injustamente en Estados Unidos desde 1998: Gerardo Hernández, René González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González.

El texto del Comité expresa que estos patriotas están recluidos desde hace casi 13 años en cárceles estadounidenses por delitos que nunca cometieron.

Agrega: "Los Cinco, como se les conoce en la escena contemporánea, son víctimas del odio de los grandes poderes que gobiernan los Estados Unidos de Norteamérica."

"Ellos (EE.UU.) han impuesto el brutal bloqueo contra Cuba, que ha cumplido cincuenta años, y que ha sido sistemáticamente condenado por la Asamblea General de Naciones Unidas, como a usted le consta", precisa la misiva.

"Los peruanos nos hemos sumado a la causa solidaria que demanda la libertad de estos valerosos ciudadanos, y queremos hacer llegar a usted nuestro pedido para que, en su condición de máximo conductor de la Organización de Naciones Unidas, interceda por esta causa", puntualiza el mensaje.

Y finaliza: "Esperamos que su gestión en tal sentido, sea exitosa."

Por su parte, el texto de la Liga Parlamentaria reclama al máximo representante de la ONU mediar ante Barack Obama para que este ejerza sus facultades presidenciales y excarcele a Los Cinco, y además, levante el bloqueo comercial, económico y financiero a la Isla. (AIN).

Homenajearan hoy a Jaime Sarusky en Feria del Libro

El homenaje al escritor Jaime Sarusky Miller, una de las personalidades a las que está dedicada la XX Feria Internacional del Libro, resalta entre las propuestas para este martes en la gran fiesta de las letras en Cuba.

Según El Cañonazo, publicación oficial del evento, el encuentro será celebrado en la sala Nicolás Guillén de la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, sede principal de la cita, y contará con la participación de intelectuales como Reynaldo González, Ambrosio Fornet y Marilyn Bobes, reporta la AIN.

Además, el público asistente tendrá la posibilidad de acceder a títulos de Sarusky Miller, entre ellos "Los fantasmas de Omaja", "El amor y otras obsesiones", "Las dos caras del paraíso", y "Glauber en La Habana".

En el mismo espacio se entregará el Premio Pensar a Contracorriente y se presentarán los volúmenes premiados en la versión anterior del certamen.

En el Centro Cultural Dulce María Loynaz, una de las locaciones de la Feria en la capital, se efectuará un foro de editoriales alternativas y un encuentro con jóvenes escritores de América Latina y el Caribe.

Coloquios en torno a la figura de José Martí y su relación con la literatura y la poesía tendrán lugar en el Centro de Estudios Martianos, junto a la venta de libros sobre la personalidad del Apóstol.

Entre otras opciones de interés, el Instituto Cubano del Libro anuncia para esta jornada un encuentro con el escritor italiano Carlo Frabetti en la Facultad de Matemática de la Universidad de la Habana, y la proyección de filmes latinoamericanos en el Multicine Infanta. (Tomado de Ganma).

Mannig, el informante de Wikileaks, es un patriota, no un criminal

liberen a manning portada

El gobierno de Obama llegó al poder proclamando políticas «brillantes como el sol». Sin embargo, cuando WikiLeaks sacó a plena luz del día parte de la ropa sucia del gobierno de EEUU, sus funcionarios reaccionaron de manera automática y, en el caso de Bradley Manning, punitiva, ya que ahora se encuentra totalmente incomunicado en una prisión de los Marines en Quantico, Virginia. El afán del gobierno de Obama y de los militares de EEUU de quebrar su voluntad, de aplastarlo, es perturbador, por no decir algo peor. Pase lo que les pase a Julian Assange o WikiLeaks, es evidente que Washington se propone eliminar a este joven soldado del ejército y luego encarcelarlo hasta el día del juicio final.

No debería ser así.

Actualmente, gracias al abogado y ensayista Chase Madar*, TomDispatch hace un gesto planificado desde hace tiempo a favor de Manning, cuyos actos, hechos para revelar lo peor que este país ha podido ofrecer en los últimos años, lo convertirán algún día en un auténtico héroe estadounidense. Sin embargo, no hay duda de que esto es de poco consuelo para su persona en estos días. Las recientes guerras de EEUU, sus regímenes de tortura, sitios ocultos, y entregas extraordinarias, así como la muerte y la destrucción impuestas a países distantes, han manchado de sangre muchas manos oficiales estadounidenses, pero no las de Manning. Esos funcionarios deberían ser responsabilizados, no él. Tom

Por qué Bradley Manning, el informante de WikiLeaks, es un patriota, no un criminal

Declaración de la defensa del soldado Manning

Chase Madar

Bradley Manning, de 23 años, originario de Crescent, Oklahoma, se alistó con las fuerzas armadas de EEUU en 2007 para cumplir con su deber hacia su país y, era su esperanza, con el mundo.

Durante los últimos siete meses, han mantenido incomunicado en la prisión del Cuerpo de Marines en Quantico, Virginia, al soldado de primera clase del ejército Manning. Otros veinticinco mil estadounidenses también están bajo aislamiento carcelario prolongado, pero las condiciones de la detención previa al juicio de Manning han sido suficientemente brutales para que el Relator Especial sobre Tortura de las Naciones Unidas anuncie una investigación.

Se afirma que el soldado Manning obtuvo documentos a través de Internet, clasificados y no clasificados, del Departamento de Defensa y del Departamento de Estado y los entregó a WikiLeaks. (Él «se afirma» es importante porque el informante federal quien delató a Manning, Adrian Lamo, es un delincuente que fue declarado culpable de crímenes de piratería informática. También fue enviado contra su voluntad a una institución psiquiátrica el mes antes de que hiciera su acusación. Todo esto lo convierte en un testigo menos que fiable). En todo caso, los archivos supuestamente bajados por Manning revelaron casos evidentes de crímenes de guerra cometidos por tropas de EEUU en Iraq y Afganistán; tortura generalizada cometida por autoridades iraquíes con pleno conocimiento de los militares estadounidenses, cálculos previamente desconocidos de la cantidad de civiles iraquíes muertos en los puntos de control militar de EEUU, y la masiva cantidad de muertos civiles iraquíes causada por la invasión estadounidense.

Por sacar a la luz esta información crítica que ha sido suprimida desde hace tiempo, han tratado al soldado Manning no como denunciante, sino como criminal y espía. Lo acusan de violar no sólo regulaciones del ejército, sino también la Ley de Espionaje de 1917, lo que lo convierte en el quinto estadounidense acusado según la ley por filtrar documentos clasificados a los medios. Es probable que se convoque una corte marcial en primavera o verano.

Algunos políticos han pedido la cabeza de Manning, a veces literalmente y, sin embargo, no es difícil concebir una fuerte defensa legal para el soldado Manning. A pesar de que faltan muchas cuestiones de hecho, ya es posible bosquejar una defensa legal. Lo que sigue es una «declaración inicial» de la defensa. No trata de argumentar sobre puntos legales individuales de manera exhaustiva sino que es, como toda declaración inicial, una visión general de las principales cuestiones legales (y políticas) en juego, presentada para una audiencia de ciudadanos comunes, no a los abogados del Asesor Jurídico Jefe de las Fuerzas Armadas.

Después de todo, el que decide en última instancia lo que un gobierno puede o no puede permitirse, legalmente o de otra manera, es el tribunal de la opinión pública

Declaración inicial de la defensa de Bradley Manning, soldado y patriota

El soldado de primera clase del ejército de EEUU, Bradley Manning, ha cumplido con su deber. Presenció serias violaciones del Código Unificado de Justicia Militar de las fuerzas armadas estadounidenses, violaciones de las reglas del Manual de Campo del Ejército de EEUU 27-10, y violaciones del derecho internacional. Sacó a la luz esas trasgresiones debido a un profundo sentido del deber hacia su país, como ciudadano y soldado, y su patriotismo le ha costado caro.

En 2005, el general Peter Pace, Presidente del Estado Mayor Conjunto, dijo a los periodistas: «Cualquier miembro del servicio de EEUU [en Iraq] tiene la obligada responsabilidad de, ante un caso de tratamiento inhumano, tratar de detenerlo.» Era, en otras palabras, la obligación de todo miembro del servicio de EEUU en la Operación Libertad Duradera en Afganistán. Es un deber que ha cumplido el soldado Manning.

¿Quién es el soldado Bradley Manning? Es un soldado de primera clase de 23 años en el ejército de EEUU Creció en Crescent, Oklahoma (con una población de 1.281 personas, según el último censo). Se alistó en 2007. «Básicamente estaba muy comprometido con EEUU», dice un amigo de su ciudad natal. «Estaba orgulloso de nuestros éxitos como país. Apreciaba nuestra libertad, pero probablemente sobre todo nuestra libertad económica. Pienso que veía a EEUU como una fuerza que lucha por el bien en el mundo.»

Cuando Bradley Manning partió a Iraq en octubre 2009, pensó que ayudaría al pueblo iraquí a construir una sociedad libre después de la larga pesadilla de Sadam Hussein. Lo que presenció de primera mano fue algo muy diferente.

Pronto se vio ayudando a las autoridades iraquíes a detener civiles por distribuir literatura «anti-iraquí», que resultó ser un informe de investigación sobre la corrupción financiera en su propio gobierno titulado «¿Adónde se va el dinero?» El castigo por este «crimen» en Iraq no era un tirón de orejas. El encarcelamiento y la tortura, así como el abuso sistemático de los prisioneros, están generalizados en el nuevo Iraq. De los propios informes Sigacts (Acciones Significativas) de los militares, tenemos una multitud de informes verosímiles sobre policías y soldados iraquíes que matan a prisioneros, los golpean hasta matarlos, les arrancan uñas o dientes, les cortan los dedos, les queman con ácido, les torturan con descargas eléctricas o con el método de ahogamiento, les someten a varios tipos de abuso sexual, lo que incluye el sexo anal con cañones de fusil o el obligar a los prisioneros a realizar actos sexuales con los guardias y entre ellos.

Manning tuvo razones más que fundadas para preocuparse al entregar ciudadanos iraquíes para que probablemente fueran torturados sólo por producir panfletos sobre la corrupción en un gobierno tristemente célebre por ser corrupto.

Como todo buen soldado, Manning comunicó de inmediato sus preocupaciones a la cadena de mando. ¿Y cómo reaccionaron sus superiores? Su comandante le dijo que «se callara» y que volviera a acorralar más prisioneros para que la Policía Federal Iraquí los tratara a su gusto.

Ahora, ya habéis escuchado lo que dijo el Jefe del Estado de Mayor Conjunto sobre los deberes de un soldado estadounidense si se enfrentaba a la tortura y al abuso de prisioneros. Desde que nuestro país firmó y ratificó las Convenciones de Ginebra y la Convención contra la Tortura, nuestra propia ley considera que la entrega de prisioneros a un organismo que los torture es un crimen de guerra. A pesar de ello, entre principios de 2009 y agosto del año pasado, nuestros militares entregaron miles de prisioneros a las autoridades iraquíes, sabiendo perfectamente lo que le pasaría a la mayoría.

La siguiente vez que el soldado Manning encontró pruebas de crímenes de guerra, emprendió una línea de acción diferente.

En SIPRNet (el protocolo secreto de redes de enrutado de internet) compartida por los Departamentos de Defensa y Estado, Manning encontró pronto pruebas irrefutable de posibles crímenes de guerra, incluido el ahora infame vídeo «Asesinato colateral» en el cual un helicóptero Apache estadounidense ametralló a unos 18 civiles, incluidos dos periodistas de Reuters, en una calle de Bagdad el 12 de julio de 2007. Ahora el mundo ha visto y se ha horrorizado ante este vídeo que supuestamente había estado en posesión de Reuters pero que no había sido hecho público. Se afirma que Manning lo filtró a la web delatora WikiLeaks en abril de 2010.

Manning también encontró un vídeo y un informe oficial sobre ataques aéreos estadounidenses contra la aldea de Granai en la provincia afgana de Farah (también conocidos como «la masacre de Granai»). Según el gobierno afgano, 140 civiles, incluyendo mujeres y una gran cantidad de niños, murieron en esos ataques. Se afirma que entregó ese vídeo como parte de un lote de unos 92.000 documentos militares relacionados con nuestra guerra cada vez mayor en Afganistán (que ya es la guerra más prolongada librada por nuestra nación) y Pakistán, donde la guerra se propaga continuamente. También se afirma que Manning entregó a WikiLeaks unos 392.000 documentos relacionados con la Guerra de Iraq, muchos de los cuales tienen que ver con la tortura de prisioneros, así como unos 251.000 cables del Departamento de Estado.

Ahora bien, a la hora de juzgar a Bradley Manning debéis saber que hay muchísimo en juego, pero no de la manera febril utilizada en la información que dan nuestras élites políticas y mediáticas desde prácticamente todos los periódico, canales y páginas web del país. Os pediremos, como verdadero jurado de los pares militares de Manning, que hagáis algunas preguntas sobre lo que ha estado sucediendo verdaderamente en este proceso y en este país. Después de todo, si recompensamos con puestos de jueces y columnas regulares en la prensa a los abogados del Departamento de Justicia que crearon memorandos para legalizar la tortura mientras encerramos a un soldado denunciante, la pregunta es: ¿en qué país vivimos ahora?

Este proceso no podría ser más importante ni vuestro veredicto más crucial. El honor de nuestro país es lo que está en juego con vuestra decisión. Si permitimos que la matanza aérea de civiles ocurra sin comentario o análisis, si se informa de que 92 niños mueren como resultado de un ataque aéreo estadounidense contra una aldea afgana y de que 18 civiles son asesinados a tiros en una calle de Bagdad sin que nadie asuma ningún tipo de responsabilidad excepto cuando se trata de encerrar al soldado que ha logrado que conozcamos esos hechos, quiero repetir, el honor de vuestro país y del mío están en juego y en peligro. No la seguridad de nuestro país, aunque la fiscalía pretenda otra cosa, sino el honor de nuestro país, y especialmente el honor de nuestras Fuerzas Armadas.

El soldado Bradley Manning es un soldado que ha cumplido con su deber. Y lo cumplió al pie de la letra. Ahora debéis cumplir vuestro deber como miembros de este jurado y como soldados.

Nuestras leyes sobre denunciantes protegen al soldado Manning.

La fiscalía seguramente os dirá que ninguna de nuestras leyes existentes de protección de denunciantes, interpretadas limitadamente, se aplica a Bradley Manning.

Yo digo algo diferente, y lo mismo harán los expertos que llamaremos a testificar. Oiréis a la experta legal Jesselyn Radack, abogada y ex denunciante que fue purgada, castigada, y luego vindicada por sus valerosa revelación de las trasgresiones ilegales dentro del Departamento de Justicia del gobierno de Bush. La Sra. Radack os explicará por qué y cómo Bradley Manning está perfectamente protegido por nuestras leyes actuales. Después de todo, la Ley de Protección del Denunciante fue hecha para proteger a un empleado del gobierno que revela a cualquiera, incluso a un miembro de los medios noticiosos, fraude, derroche, abuso, o ilegalidad dentro y fuera de una agencia gubernamental. Esto está bien sostenido por la jurisprudencia. (Vea Horton contra el Departamento de la Armada, 66. F3d 279, 282 (Fed. Cir. 1995)] ¿No es exactamente lo que ha hecho el soldado Bradley Manning?

Es seguro que, como argumento de último recurso, la fiscalía sugerirá que WikiLeaks no es una verdadera entidad mediática del mismo tipo que el New York Times. Cualquiera de vosotros que haya obtenido noticias e información de Internet sabe lo contrario.

La fiscalía también se afanará por informaros de que la Ley Militar de Protección de Denunciantes (MWPA) no se aplica a este caso. Nosotros, sin embargo, os probaremos que la ley es aplicable con una fuerza considerable y particular al soldado Manning. En primer lugar, la MWPA no sólo permite que cada vez más funcionarios gubernamentales revelen información clasificada, sino que también amplía el campo de aplicación de los tipos de revelaciones que puede hacer un soldado. Permite expresamente revelaciones de información clasificada por miembros de las Fuerzas Armadas si tienen una «convicción razonable» de que lo que están revelando se considera una prueba de una «violación de la ley», «un abuso de autoridad», o «un peligro sustancial para la seguridad pública». En otras palabras, el propósito de la Ley Militar de Protección de Denunciantes es proteger a soldados, precisamente como el soldado Manning, que informan sobre actividades improcedentes o, en este caso, obviamente ilegales, de otro personal militar.

Ahora bien, no existe un precedente estricto, afirmará la fiscalía, de que alguna de nuestras leyes de protección de denunciantes se aplique al soldado Manning. Pero como dejaremos claro, tampoco hay un precedente contrario. Es porque nunca hemos visto una revelación por un denunciante tan masiva, vívida y horrible como ésta. Nos encontramos en territorio inexplorado. Si el lenguaje sencillo de esas leyes de protección de denunciantes no es claro, la convención legal dicta que consideremos la intención de las leyes. Evidentemente el Congreso se proponía, y la historia legislativa lo apoya, que las leyes de protección de denunciantes protegieran a los denunciantes y no, como parece pensar este Gobierno, para que fueran utilizadas para procesarlos.

El progreso de nuestro derecho consuetudinario es prudente, es gradual, es lento. Pero nuestro derecho consuetudinario no está muerto. Progresa. Es vuestro deber decidir si el derecho consuetudinario emprenderá este pequeño paso adelante en el caso del soldado Manning. Y vuestra decisión tendrá repercusiones.

Porque si condenáis a Bradley Manning, también estáis allanando el camino para juzgar y posiblemente condenar al especialista del ejército Joseph Darby, el denunciante que filtró las fotos de Abu Ghraib y que, al hacerlo, dio término a actos de tortura y abuso que avergonzaban a nuestras fuerzas armadas y a nuestra nación. Ahora bien, el especialista Darby no filtró las fotos de esa vergüenza a la cadena de mando o al inspector general del ejército, como lo prevé la ley de denunciantes. En su lugar, las filtró directamente a la División de Investigación Criminal del Ejército, y ese camino no es estrictamente el permitido por nuestra ley de denunciantes. ¿Estaba cumpliendo su deber como soldado honorable el especialista Joseph Darby al sacar a la luz la tortura y el abuso en Abu Ghraib? ¿O sólo trataba de dañar a EE.UU.? Vuestro veredicto sobre Bradley Manning podría volver a abrir ese tema y darle una nueva respuesta.

Si condenáis a Bradley Manning, estaréis también condenando potencialmente al padre del especialista del ejército Adam Winfield. En febrero de 2010, Winfield informó a su padre, Christopher Winfield, veterano de los marines, a través de Facebook, de un «Equipo de la muerte» homicida en la Base de Operación Avanzada Ramrod en la provincia Kandahar, Afganistán, que estaba asesinando civiles. El padre de Winfield trató de hacer sonar la alarma mediante llamadas telefónicas a la línea permanente para urgencias del Inspector General del Ejército, al senador Bill Nelson, e incluso a miembros de la Unidad de Comando de su hijo en Fort Lewis.

Tanto el padre como el hijo fueron más allá de los canales «apropiados» para detener el asesinato de civiles afganos inocentes. El especialista Winfield es enjuiciado actualmente por posible complicidad en los asesinatos del «equipo de la muerte», pero no se han presentado acusaciones contra su padre. Decidme, entonces: ¿Es culpable el padre de Winfield de dañar a su país porque trató de advertir al ejército sobre un «equipo de la muerte» homicida en sus filas? Os guste o no, os importe o no, es algo que decidiréis cuando juzguéis las acciones de Bradley Manning.

Las acusaciones de espionaje

Las anotaciones más estrambóticas en la exagerada hoja de acusaciones son las que se basan en la Ley de Espionaje de 1917. Después de todo, el soldado Manning es sólo el quinto estadounidense en 94 años que es acusado según esa ley arcaica por filtrar documentos del gobierno. (De los cinco, sólo uno ha sido condenado.)

Nunca se previó que la Ley de Espionaje fuera utilizada de esta manera, como un castigo adicional para ciudadanos que revelan material clasificado, y por eso el gobierno sólo la saca a relucir cuando su caso es excepcionalmente desesperado.

Para que las acusaciones según la Ley de Espionaje fueran aplicables, sería necesario que el soldado Manning haya tenido el propósito consciente (nótese esa frase crucial) de dañar a EEUU o ayudar a una nación extranjera con sus revelaciones. No es sorprendente, por lo tanto, que oigáis que la acusación no escatima ningún esfuerzo para presentar la publicación de esos cables como el golpe más grave para la posición de EEUU en el mundo desde Pearl Harbor.

Espero que toméis esto en serio. Porque, ¿dónde está la tremenda repercusión de todas esas supuestas sorpresas devastadoras en esos documentos filtrados? Meses después de la publicación de los cables del Departamento de Estado, no se ha retirado a un solo embajador estadounidense. El secretario de Defensa, Robert Gates, que controla más presupuesto y poder que la Secretaria de Estado, insiste públicamente en que esas filtraciones, los expedientes de la Guerra de Iraq, la guerra de Afganistán y los cables diplomáticos, no han causado ningún daño importante. «He oído que se describe el impacto de esas publicaciones sobre nuestra política exterior como una catástrofe, como un cambio radical, etc.,» dijo Gates. «Pienso que esas descripciones constituyen una exageración bastante significativa». ¿Una exageración bastante significativa? «Todos los demás gobiernos del mundo saben que el de EEUU filtra como un colador», agregó, «y lo ha hecho durante mucho tiempo».

¿Qué pasó entonces con el mayor golpe al prestigio de EEUU desde la Ofensiva del Tet de 1968 en Vietnam? Y hay que recordar que el Secretario de Defensa no es de ninguna manera el único funcionario que rechaza con desprecio la histeria respecto al apocalipsis de WikiLeaks. Un ex jefe de planificación política en el Departamento de Estado miró los cables, se encogió de hombros y dijo que los documentos contienen «pocas noticias», y que es «improbable que hagan daño a largo plazo». Un alto portavoz del Pentágono, el coronel David Laplan, confesó a los periodistas el pasado septiembre que no hay pruebas de que alguno de los informantes afganos nombrados en los documentos filtrados hayan sido heridos por represalias de los talibanes. Decidme, ¿dónde está el Armagedón que supuestamente desencadenó este soldado de 23 años sobre nuestro mundo estadounidense?

Por cierto, no se puede negar que algunos miembros de nuestra elite en política exterior han sido profundamente avergonzados por los cables del Departamento de Estado. Está bien. Se lo merecen.

Ese fugaz bochorno no es nada en comparación con la vergüenza que han causado a nuestro país con sus estúpidas actividades durante la última década, acciones que van de imprudentes e incompetentes a absolutamente criminales. No es ningún secreto que el prestigio de EEUU en el mundo ha sido gravemente dañado en estos años, pero hay que preguntarse: ¿Se debe a las recientes revelaciones de muertes de civiles y crímenes de guerra, que en su mayoría son sorprendentes sólo para los estadounidenses, en combinación con chismografía diplomática?

Os sugiero que el daño a nuestra nación, que no podría ser más real, no ha provenido de las revelaciones de un joven soldado, sino del antiguo modelo de acciones estúpidas y destructivas de nuestros líderes en política exterior. Después de todo, la invasión y ocupación de Iraq ha costado ríos de sangre. El coste de nuestras guerras actuales en el extranjero ahora oficialmente ya sobrepasa el billón de dólares (y pocos dudan de que, finalmente, el coste real llegará a varios billones de dólares). Y no hay que olvidar que la invasión de Iraq ha inspirado nuevas olas de odio y desconfianza hacia nuestro país en el extranjero, así como les ha provocado un subidón de adrenalina a los terroristas islámicos.

Sobra decir que nuestras élites políticas, militar y mediáticas no han hecho cola para aceptar la responsabilidad de esta serie de heridas auto-infligidas. Antes de que traten de culpar de una catástrofe inexistente al soldado Manning, deberían mirarse larga y seriamente al espejo y pensar en el verdadero daño que han infligido a nuestra nación, al mundo y, además, a las sobre-extendidas y totalmente desbordadas fuerzas armadas de EEUU.

Sólo se necesita imaginación: alguien como Bradley Manning filtra documentación concluyente sobre el arsenal supuestamente letal pero inexistente de armas de destrucción masiva de Sadam Hussein, la excusa para nuestra invasión de Iraq. Una revelación semejante habría avergonzado profundamente a la élite de la política exterior de Washington y, en la atmósfera de principios de 2003, los medios hubieran pedido indudablemente la cabeza de ese denunciante, tal como lo están haciendo ahora.

Una filtración semejante, sin embargo, hubiera significado un inmenso bien para nuestra nación. Cuatro mil cuatrocientos treinta y seis soldados estadounidenses no estarían muertos, y miles más no estarían mutilados, heridos, o sufriendo de síndrome de estrés post-traumático. Por lo menos, más de 100.000, y probablemente cientos de miles de civiles iraquíes seguirían en vida. Son las consecuencias de las decisiones políticas de un gobierno sigiloso que quiere que el pueblo estadounidense no sepa nada, y de medios que son incapaces o no están dispuestos a cumplir con su tarea de informar sobre los hechos reales, no sobre los sesgados por el Gobierno.

Todos tenéis la edad suficiente para haber notado que la salud de nuestra república y las reputaciones de nuestras élites gobernantes no son la misma cosa. En el mejor de los casos, se superponen. Los últimos 10 años no han sido los mejores. Esas élites nos han llevado de un desastre al otro, poniendo en peligro nuestra ya perturbada seguridad nacional, poniendo a prueba nuestras ruinosas finanzas y desgarrando nuestra reputación moral en el mundo. No tratéis de culpar al soldado Bradley Manning por el estado de cosas.

Los principios de Núremberg significan algo en nuestros tribunales

Nuestros soldados tienen un deber solemne de no obedecer órdenes ilegales, y el soldado Manning defendió ese deber. La declaración del general Peter Pace sobre el deber fundamental de un soldado de detener la tortura y el abuso de prisioneros, sean cuales sean sus órdenes, no son sólo relaciones públicas altisonantes; es la ley del país. Hace más de 50 años, el Manual de Campo del Ejército de EEUU 27-10 incorporó los Principios de Núremberg, entre ellos el Principio IV: «El hecho de que una persona actúe bajo las órdenes de su Gobierno o de un superior no la exime de la responsabilidad bajo las leyes internacionales, siempre que se demuestre que tenía posibilidad de actuar de otra forma».

Sigue siendo la ley de nuestro país y también de nuestras Fuerzas Armadas.

Sospecho que la fiscalía tendrá otras ideas. Os dirán que los Principios de Núremberg son formidables para discursos de apertura, pero que en realidad no significan nada en términos prácticos. Os dirán que los Principios de Núremberg sirven sólo a los «Lisa Simpson» de la industria de los derechos humanos.

Pero hay que saber que otros 400.000 soldados, vuestros, murieron en la Segunda Guerra Mundial para establecer esos principios. Sólo por ese motivo son algo que vosotros, en las Fuerzas Armadas, debéis tratar con la máxima seriedad.

Y si el juez o el fiscal os dicen que los Principios de Núremberg no significan nada en nuestros tribunales, se equivocarían radicalmente. Los tribunales han tomado en serio anteriormente los Principios de Núremberg, y lo han seguido haciendo con más ahínco en los últimos años. En 2005, por ejemplo, el juez comandante de corbeta Robert Klant tomó nota de los Principios de Núremberg en una audiencia de sentencia condenatoria para Pablo Paredes, un oficial de tercera clase de la Armada quien se negó a volver a ser enviado a Iraq y cuyo castigo fue posteriormente minimizado.

Del mismo modo, en su corte marcial en 2009, el sargento Matthis Chiroux justificó su negativa a volver a una guerra que a su juicio violaba el derecho nacional e internacional, y fue respaldado por un testimonio de un experto basado en los Principios de Núremberg. La corte marcial decidió que se diera de baja normalmente al sargento Chiroux.

Una larga lista de casos en la Corte Suprema, de Mitchell contra Harmony en 1851 hasta llegar a Little contra Barreme en 1804, estableció que los soldados tienen el deber de no obedecer órdenes ilegales. En resumen, existe constancia y es un precedente establecido que estos Principios de Núremberg han significado algo en nuestros tribunales. La vuestra no será la primera, ni será la última, corte marcial en aplicar estos principios, por los que se ha combatido y se ha vencido con sangre estadounidense.

Los denunciantes son patriotas que se sacrifican por su país.

Los denunciantes que intentan rectificar las desastrosas políticas de su nación no son criminales. Son patriotas, y finalmente son reconocidos como tales. Bradley Manning no es de ninguna manera el primer estadounidense que sirve a su país de esa manera.

Hoy en día, Daniel Ellsberg es famoso por ser el filtrador de los Documentos del Pentágono, un historial interno secreto ordenado por el propio secretario de Defensa, Robert McNamara, que relató sinceramente cómo una serie de gobiernos mintió sistemáticamente a la nación sobre la planificación y continuación de la Guerra de Vietnam. La masiva filtración de esos documentos que llevó a cabo Ellsberg ayudó a terminar esa guerra y a derribar a un gobierno criminal. ¿Cómo criminal? A mitad de camino del juicio de Ellsberg en 1973, el gobierno de Nixon ofreció el puesto de director del FBI al juez que supervisaba su juicio por traición como un quid pro quo implícito, una maniobra de una corrupción tan descarada como para avergonzar a cualquier república bananera. El juez desestimó todas las acusaciones del gobierno con sobreseimiento libre y ahora Daniel Ellsberg es un héroe nacional.

Se podrá disculpar a los nacidos después de una cierta fecha por suponer que Ellsberg fue una especie de subversivo de cabellos largos, de índole «anti-estadounidense». De hecho, había sido, como Bradley Manning, un soldado modelo.

En la Escuela Básica del Cuerpo de Marines en Quantico, Virginia, Ellsberg se graduó primero en una clase de unos 1.100 tenientes. Sirvió como líder de pelotón y comandante de compañía de fusileros en la 2ª División de Infantería de Marines durante tres años, y postergó sus estudios de posgrado para poder permanecer en servicio activo con su batallón durante la Crisis de Suez en 1956 (obsérvese que la postergación de la escuela de posgrado para permanecer en el servicio militar activo es exactamente lo contrario de lo que tantos de nuestros dirigentes nacionales actuales o pasados hicieron en esas décadas). Después de cumplir con su deber de Oficial de la Reserva, Ellsberg fue dado de baja del Cuerpo como teniente primero, y al dejar las fuerzas armadas inició una distinguida carrera en el gobierno.

Daniel Ellsberg fue un marine modelo, y después un ciudadano modelo. Su valeroso acto de filtrar información clasificada fue sólo un episodio más en un historial consecuente de servicio patriótico. Cuando Ellsberg filtró los Papeles del Pentágono lo hizo por su profundo sentido del deber, sabiendo perfectamente, justo como Bradley Manning en nuestros días, que podría pasar el resto de su vida en la cárcel.

Ellsberg dice que el soldado Manning es su héroe. Es un incansable defensor del valiente soldado del ejército que nuestro gobierno mantiene incomunicado.

Los vándalos destruyen cosas sin sentir cargo de conciencia, pero los verdaderos patriotas como el ex teniente Ellsberg y el soldado Manning hacen su deber a sabiendas de que el privilegio de vivir en una sociedad libre no siempre es barato.

«Francamente y a la vista del público»: La tradición estadounidense de diplomacia

Actualmente, el propio Ellsberg es tratado, incluso por el gobierno de EEUU, como un héroe nacional. El Departamento de Estado organizó recientemente una gira de documentales estadounidenses en el extranjero, en la que la proyección que atrajo más atención fue una cinta admirativa sobre Ellsberg y los Documentos del Pentágono. Entonces, lo apropiado es que el gobierno reconozca que Ellsberg y sus revelaciones, otrora controvertidas, forman parte integral de la tradición estadounidense.

Después de todo, las demandas de una diplomacia más abierta y transparente son tan estadounidenses como el béisbol y Hank Williams. El propio presidente en la época de la Primera Guerra Mundial, Woodrow Wilson, insistió en que se abolieran los tratados secretos como parte de sus 14 puntos para la Liga de Naciones; de hecho, es el primer punto: «Convenios abiertos y no diplomacia secreta en el futuro, sino diplomacia que siempre tenga lugar francamente y a la vista del público».

¿Cómo puede ser democrática la política exterior si las decisiones y hechos más serios -alianzas, víctimas fatales, evaluaciones de los dirigentes y gobiernos que financiamos con nuestros impuestos son mantenidos como secretos oficiales? La «Enmienda Bricker» fue un intento de los republicanos en el Congreso en los años cincuenta para que la aprobación del Senado fuera necesaria para que EEUU pudiera aprobar tratados, en gran parte para abrir el debate público respecto a los asuntos exteriores. El difunto senador Daniel Patrick Moynihan, un demócrata que sirvió como representante ante la ONU para el presidente republicano Richard Nixon, también fue un crítico severo del secreto gubernamental y de la acostumbrada sobre-clasificación de documentos estatales. Esos estadistas estadounidenses sabían que si la política exterior es elaborada en secreto, sin el oxígeno y la luz solar de un vigoroso debate público, llevarán al desastre y a la disfunción.

Durante los últimos diez años, hemos sufrido el mismo desastre y la misma disfunción que nuestra política exterior. Nuestros dirigentes nos han sumido en un mundo oscuro de secreto y mentiras. Decidme: ¿Es por culpa del soldado Bradley Manning?

Quisiera ser claro al terminar esta declaración inicial: a pesar de todas las complejidades representadas por este caso, vuestra tarea resultará ser en última instancia simple y básica. Es vuestra tarea no permitir que nuestros dirigentes, o la fiscalía, culpen al soldado Manning por la horrenda situación en la que se ha puesto a este país. Confío en que lo veréis como el patriota que es, un joven con una fibra moral cuyo objetivo no fue la exaltación de su propia persona o su beneficio o siquiera la atención y la gloria. Su afán fue alumbrar con una luz brillante la malevolencia en su propio país y, de esa manera, llevarlo, llevarnos a nosotros, de vuelta a nuestras tradiciones nacionales más nobles.

El que ha sacrificado mucho para restaurar el vigor de la ley y un nivel mínimo de control público sobre la política exterior y militar de EEUU es el sargento Manning. «Francamente y a la vista del público»: otrora era considerada una descripción razonable del carácter estadounidense, algo que nos diferenciaba del Imperio Austro-Húngaro, de la Prusia de Otto von Bismarck, o del Japón Imperial. En vuestro veredicto sobre el soldado Manning decidiréis si nuestro gobierno tiene la responsabilidad de conducir francamente y a la vista del público sus asuntos en 2011 y en el futuro.

Como soldados, sabéis perfectamente que la mayoría de los estadounidenses se han aislado de los desastres de política exterior de la última década. Incluso cuando gastamos un billón de dólares en guerras en el extranjero, nuestros impuestos son se reducen. Si ganáis buen dinero, lo más probable es que no sea para vuestros hijos, nietos, hermanos, o hermanas que están combatiendo, matando, y muriendo en nuestras guerras en el extranjero. La mayoría de los estadounidenses, gracias en parte a los medios noticiosos, tiene poca idea de lo que vosotros y vuestros pares han vivido, el peso que habéis llevado a cuestas.

Eso no vale para el soldado Bradley Manning. Se vio cara a cara con este desastre. Vio, y participó en las redadas de civiles iraquíes para que fueran torturados por su propia fuerza nacional de policía. Decidme honestamente: ¿Fue eso lo que debía lograr la Operación Libertad Iraquí? ¿Es éste el motivo por el cual vosotros, su jurado de pares, os alistasteis en las fuerzas armadas?

El sargento Manning vio esta miseria y flagrante ilegalidad con sus propios ojos, y entonces, en internet, descubrió más de lo mismo, más, mucho más, e hizo algo al respecto, con plena consciencia del castigo. «No me importaría tanto ir a la cárcel por el resto de mi vida, o ser ejecutado, como la posibilidad de ver mis fotos [...] empapelando toda la prensa del mundo», confió al informante que lo traicionó. Manning sabía lo que estaba en juego y los riesgos que corría cuando filtró esos documentos, pero a pesar de todo cumplió lealmente con su deber, tanto hacia el ejército de EE.UU. como hacia su país.

Como ha testificado uno de los amigos de infancia de Manning de Crescent, Oklahoma: «Quería servir a su país». Ahora debéis decidir si lo hizo.

Tenéis un deber como jurado plenamente informado de ciudadanos libres. No sois una colección de sellos de goma sacados del cajón del escritorio de un juez. Sois tan importantes como parte de este tribunal, como el juez, el fiscal, y el propio acusado.

Sea cual sea vuestro veredicto, no os veréis ante las consecuencias que ya sufre Bradley Manning, pero vuestro fallo tendrá grandes consecuencias, no sólo para él, sino para el honor y futuro del país al que habéis jurado servir.

Ahora, id y cumplid con vuestro deber.

*Chase Madar es abogado en Nueva York y miembro del National Lawyers Guild. Escribe para TomDispatch, la revista American Conservative, Le Monde Diplomatique, y London Review of Books.

(Tomado de Rebelión)