miércoles, 7 de septiembre de 2011

Un millón de firmas para la libertad de los Cinco: Carta a Barack Obama

Cinco Héroes, antiterroristas cubanos

Sr. Presidente, después de leer el cuento que usted dedica a sus hijas, cualquiera, inevitablemente, pensaría en ellas. En lo que habrán sentido ahora, cuando aún viven su niñez y adolescencia, y en lo que sentirán dentro de unos años, cuando quizás ya sean madres y quieran transmitirle su historia a sus propios hijos.

Presidente Obama, en su cuento, de bellas ilustraciones (1), usted les habla a Malia y a Natasha de los EEUU, de los hombres y mujeres que han impreso sus nombres en la Historia de ese país, tan diverso en culturas y razas, tan firme en sus luchas y, a la vez, tan señalado por el rastro de sangre de los pueblos que han sufrido o se han enfrentado a su poder de potencia económica y militar.

Les habla, Sr presidente, de Einstein, pero, como a él ya nos hemos acercado antes ( http://www.rebelion.org/noticia.php?id=133562 ), seguiremos la huella de algunos de sus compañeros en esta narración; por ejemplo, Toro Sentado.

Del combatiente de los pueblos originarios que se enfrentó y venció al ejército blanco de EEUU, dice usted, Sr presidente, que “pese a haber sido encarcelado, su sabiduría conmovió a muchas generaciones”. Afirma esto, Sr presidente, sin mencionar que Toro Sentado mantuvo hasta el final de su vida la lucha contra la opresión blanca estadounidense y que el ejemplo de su resistencia hizo que el director de la reserva india en la que vivía (Standing Rock) autorizara una operación policial en la que Toro Sentado cayó muerto a tiros.

Usted, Sr Presidente, no pudo hacer nada por el rebelde sioux, pero sí podría hacerlo por Leonard Peltier, líder indio estadounidense que lleva 34 años en la cárcel como parte de un proceso de escandalosa irregularidad ( http://www.solidaridadesrebeldes.kolgados.com.ar/spip.php?article42 ), sobre el que Amnistía Internacional se ha pronunciado, calificando a Peltier como preso político y pidiendo su liberación inmediata.

Sr. Presidente, pocas páginas más adelante, les dice usted a sus hijas que el Memorial a los Veteranos del Vietnam, diseñado por la arquitecta de origen chino Maya Lin, es un espacio para que, “recordando el pasado, hallemos la inspiración para mejorar el futuro”. Olvida, Sr. Presidente, hablarles de la barbarie que el ejército de EEUU cometió contra el pueblo vietnamita, bajo guía y amparo de los Gobiernos de Lyndon B. Johnson y Richard Nixon. Olvida, Sr presidente, decirles a Malia y a Natasha que cerca de 5 millones de vietnamitas resultaron expuestos al letal agente naranja, regado por la aviación estadounidense sobre territorio de Vietnam, y que, de ellos, más de 3 millones son víctimas hoy de sus efectos.

Usted, presidente Obama, no participó en ese crimen, pero podría, cosa que no ha hecho ningún Gobierno estadounidense, reconocer a las víctimas habidas entre el heroico pueblo de Vietnam.

César Chávez y Los Cinco

Usted, Sr. Presidente, dice después a sus niñas que Martin Luther King “nos enseñó a mostrar compasión universal”, pero no les habla de que Luther King fue un líder de los movimientos de masas que se rebeló y, desde el pacifismo, enfrentó a las leyes y prácticas racistas vigentes todavía en EEUU en las décadas de 1950 y 1960.

Usted, Sr presidente, no pudo investigar el asesinato (nunca esclarecido) del luchador negro, en 1968, pero ahora sí podría influir para que Mumia Abu-Jamal, líder negro también estadounidense, en prisión desde hace 29 años, salga del corredor de la muerte y tenga un nuevo juicio; esta vez con las garantías jurídicas a las que tiene derecho y que fueron violadas cuando lo condenaron, sin pruebas, a la pena capital, en 1982 ( www.Amnesty.org/en/library/info/AMR51/001/2000 ).

Presidente Obama, casi al final del relato se refiere usted a un obrero, a un emigrante mejicano, del que exalta la consigna que él popularizara entre los campesinos pobres que cultivaban la tierra del sur de EEUU; una consigna que resume la fuerza del pueblo trabajador frente al poder del capital y sus empresas.

De César Chávez, Sr. presidente, les dice usted a sus hijas que solía alentar a sus compañeros de lucha con una frase tan sencilla como inabarcable en su alcance: Yes, you can! (¡Sí, tú puedes!).

Presidente Obama, las palabras de César Chávez nos llevan, al final de esta carta, a hablarle, como usted mismo hace en la misiva a sus hijas, del papel que algunos gobernantes de su país han jugado en la construcción de la historia de EEUU.

A ellas, a Malia y a Natasha, usted les cuenta del camino marcado por Lincoln, un camino que no fue fácil, pero que es el que transitan los líderes a los que sus pueblos reconocen como grandes.

Ese camino, presidente Obama, es el de la justicia y usted puede trazar una nueva línea en su recorrido.

Dentro de pocos días, presidente, se cumplirán 13 años desde que cinco revolucionarios cubanos, luchadores antiterroristas, fueran ilegalmente detenidos en Miami por informar al Gobierno de Cuba (información a la que también tuvo acceso EEUU) de los atentados que organizaciones mafiosas radicadas en Florida planeaban perpetrar contra el pueblo cubano.

Condenados en un juicio esperpéntico, plagado de irregularidades procesales y violaciones de derecho, a penas que alcanzan las dos cadenas perpetuas, los Cinco han hecho nacer, desde sus celdas, uno de los mayores movimientos de solidaridad internacional que se hayan conocido.

Sr. presidente, una parte de ese movimiento de solidaridad le hará llegar a usted, el próximo 12 de septiembre, una carta que, si bien ahora no sé si ha sido firmada por un millón de personas en Europa, lo que sí sé es que ya es conocida por muchos millones.

La carta, presidente Obama, pide de usted que ejerza la clemencia ejecutiva (cuya potestad le concede la Constitución de EEUU) y libere a Los Cinco.

En ella, Sr. presidente, se pide, en suma, de usted que haga lo que, en su tiempo y en sus circunstancias, decidió hacer Lincoln: justicia.

Esa, presidente Obama, sería la mejor Historia, en su caso escrita con mayúsculas, que sus hijas podrían contar de usted cuando sean madres: que sí, que el primer presidente negro de EEUU pudo hacer justicia, y la hizo.

(*) Tu firma sigue siendo necesaria: www.libertadparaloscinco.org.es

Notas:

(1) Barack Obama, A ti te canto. Una carta a mis hijas. Ilustraciones de Loren Long. Ed. Roca Junior. 2011.

El odio que les une y el dinero que les proporciona

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El triunfo republicano en las pasadas elecciones congresionales en EE.UU., el ascenso de nuevos representantes de la Mafia anticubana al Capitolio, la ubicación de algunos en puestos manipulables y la proximidad de la campaña para los comicios del 2012, auguraban a corto plazo un reforzamiento de las posiciones ultraderechistas y extremistas contra Cuba, en medio del tortuoso camino de la “flexibilización” del presidente Barack Obama.

Poco tiempo después de abrirse las cortinas del nuevo legislativo estadounidense, comenzaron a sucederse las “iniciativas” -casi una mensual- para tratar de obstaculizar y hacer retroceder los escasos pasos de la actual administración por mejorar los vínculos bilaterales.

Ileana Ros-Lehtinen, Marco Rubio, Mario Díaz Balart, Bob Menéndez y David Rivera se han lanzado a una feroz encrucijada anticubana, con chantajes y presiones de todo tipo sobre funcionarios del gobierno, del Departamento de Estado, del Congreso, líderes de la comunidad cubana en el exterior, organizaciones internacionales, regionales y autoridades de otros países. Nadie escapa a las ambiciones y patrañas de los promotores y protectores de Posada Carriles.

El absurdo está con la pandilla anacrónica de politiqueros, a la usanza de la Cuba de ayer, quienes desde sus escaños en el olimpo en Washington gritan a los cuatro vientos: no a las remesas, no a los viajes, más dinero para los mercenarios, más contratistas para la subversión, no a la comunicación entre cubanos de allá y de aquí, no a la presencia de artistas cubanos en EE.UU. ni de norteamericanos en Cuba; hacer pagar bien caro políticamente los privilegios migratorios de la Ley de Ajuste Cubano; castigar a quienes no cumplan con el férreo bloqueo, y proporcionar abrigo a terroristas y narcotraficantes que -con operaciones especiales de tráfico de personas- sirven a sus intereses.

La pasada semana en un programa de la televisión miamense Ileana Ros y Mario Díaz Balart abogaron por la fórmula libia contra Cuba, e instaron al Presidente Obama pasar a las palabras de condena primero y los actos bélicos después para ayudar a los mercenarios que cobran caro por cada provocación que le indican desde Estados Unidos o Europa.

“¿Por qué Cuba tendrá que ser la excepción?”, se preguntó la congresista eufórica por los “éxitos” de la OTAN contra Libia. Y a continuación arremetió contra la ONU, la OEA, Hillary Clinton y Barack Obama por no lograr el poder de convocatoria necesario para derrumbar también al régimen de La Habana.

Díaz Balart dijo que no es aceptable que los cubanoamericanos vayan a tomar mojitos a Varadero y desprecien de esa manera la “generosidad del pueblo norteamericano con los cubanos” que son a los únicos que se les da el privilegio de la Ley de Ajuste Cubano. “Ni los iraquíes la tienen”, afirmó.

Medios de prensa estadounidenses se han hecho eco del malestar en la comunidad cubana con el juego de los magnates y del hecho sin precedentes en EE.UU. de que congresistas de las minorías étnicas de ese país sean protagonistas de proyectos de leyes que van en contra de los intereses y libertades de las comunidades que supuestamente representan en el Capitolio.

Un proyecto del connotado mafioso David Rivera, representante por la Florida, quiere cobrar caro políticamente a favor del bloqueo y la guerra contra Cuba los privilegios en materia migratoria, pero fundamentalmente buscan hacer aún más distante el espacio entre la familia cubana.

El nuevo intento de apretón de tuercas busca desesperadamente cerrar filas con otros jinetes apocalípticos que procuran revertir las escasas medidas aprobadas por Obama.

Rivera quiere cerrar el corredor aéreo entre La Habana y Miami, como lo han intentado antes Marco Rubio, Bob Menéndez, Díaz Balart o Ileana Ros, ahora con la aberrante idea de condicionar las visitas a Cuba a que sea menester haberse hecho ciudadano norteamericano. Es decir, no regresar a Cuba nunca antes de los cinco años de haber llegado a EE.UU, y quizás mucho tiempo después. A todos los embarga la vil obsesión de ver a Cuba plegada a Washington, y buscan a toda costa frenar los contactos.

Quien se atreva a viajar a nuestro país antes de ese período, nunca más podrá visitar otro país, perdería definitivamente la posibilidad de aspirar a esa ciudadanía y los beneficios que implica para los emigrados, incluido el derecho al voto.

Alguien lo ha denominado como uno de los esfuerzos más intensos visto para tratar de dividir a la comunidad cubana residente en EE.UU., que odia a la mafia o comparte su odio. Un periodista local lo calificó como el enfrentamiento del “exilio contra los inmigrantes”.

Las presiones no solo afectan a la familia cubana de allá y de aquí, sino que irrumpe con visos fascistoides en el propio Departamento de Estado, donde causa asombro, repulsa y pánico. Mafia al fin, intimida, coacciona y ajusta cuentas de las maneras más disímiles.

Desde su oficina del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representante, Ileana Ros hace lo suyo. Llama a contar al recién designado nuevo jefe de la Sección de Intereses Norteamericanos (SINA) en La Habana. Le lee la cartilla y le advierte que o actúa o quizás pueda tener una historia similar al saliente Jonathan Farrar, quien por ser “suave” contra el gobierno de Cuba, fue vetado por la jauría en el Congreso para su designación como embajador en Nicaragua.

Estas prácticas son tan viejas como mafiosas. Muchos otros han sido víctimas de la Mafia. Una diplomática estadounidense reveló que para poder lograr la confirmación de una colega destinada para un país africano y que tuvo vínculos en la política anticubana, tuvo que esperar pacientemente a que se dieran las condiciones favorables para llevar su caso al Congreso. Finalmente se hizo un día en que Bob Menéndez estaba ausente.

La Mafia aprovecha sus cargos y su influencia para arremeter y presionar al mismísimo Presidente de EE.UU.; trata de utilizar como rehenes a los emigrados cubanos; amenaza con limitar sus derechos e incluso acudir al castigo con quienes no cumplan sus designios; no ocultan el odio y desprecio hacia el terruño y sus habitantes; comparten la idea de la invasión y no pocos han abogado públicamente por el asesinato de los líderes históricos del país.

En sus oscuros propósitos, lo mismo le sirve una huelga de hambre generada por ellos mismos, que un muerto, un preso común, la sanción a un agente enemigo que a un delincuente. Cualquier incidente es un pretexto para denigrar a Cuba hasta el delirio. Si marchan y comen con Posada Carriles, si destinan parte del botín del negocio de la guerra contra Cuba a la defensa del terrorista, qué no puede esperarse.

La ola de iniciativas mafiosas ha tenido un amplio rechazo dentro de la comunidad cubana en EE.UU., que no oculta el disgusto con quienes oportunistamente se aprovechan de sus cargos y de los millones para dividir y aislar a los cubanos.

(Cubadebate)