Las paradojas, el sin sentido, la irracionalidad, parece
dominar la vida cotidiana del ciudadano norteamericano, por estos días. Una
noticia ha salido airosa en la puja por dominar la atención de las agencias
cablegráficas. El pasado domingo la página de internet Wikileaks publicó más de
90.000 documentos secretos sobre la guerra de Afganistán. Los editores de la
página sostienen que disponen de otro arsenal listo para difundir y que alcanza
aproximadamente la cifra de 170 mil documentos con carácter clasificado.
No importa que el presidente Barak Obama en su comparecencia
ante medios de prensa, apesadumbrado, condene el suceso y exprese que la
Seguridad Nacional de los Estados Unidos ha sido afectada, los defensores del
sitio web Wikileaks recurren en su defensa a la primera enmienda constitucional
de la Carta Magna de los Estados Unidos.
Pero una triste realidad se le oculta al pueblo de los
Estados Unidos. Esos medios de prensa que obligan al ciudadano norteamericano a
consumir innumerables análisis sobre los daños ocasionados a la Seguridad
Nacional de los Estados Unidos, mantienen absoluto silencio del crimen que hoy
se comete contra Gerardo Hernández quien, enfermo, guarda injusta prisión en una
celda de castigo.
¿Cómo entender que una persona que no tuvo acceso a un solo
documento clasificado y que defendió la seguridad nacional de los Estados Unidos
esté hoy en prisión?
¿Cómo entender que Cinco cubanos por preservar a Cuba y a los
Estados Unidos del terrorismo, se encuentren cumpliendo una cruel e injusta
prisión?
¿Por qué la gran prensa norteamericana sigue negándole al
pueblo de los Estados Unidos la verdad sobre los Cinco luchadores
antiterroristas cubanos?
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