Hace varios años, cuando muchos arribábamos a las aulas del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, de Ciudad Libertad, e integrábamos el Contingente Manuel Ascunce Domenech, tuvimos el privilegio de contar con un claustro de maestras y maestros excepcionales que en esta Jornada de homenaje a los educadores, acuden a mi mente.
Entre ellos, Benito Delgado, María Elena Guía y Freddy León, Teresa Reinoso, Gustavo Mendoza, Eduardo López Núñez, Iraida Calzadilla y el profesor Alejo Alejo, estos últimos del Instituto Internacional de Periodismo José Martí- a Ciralina Díaz Fajardo (Quivicán), Rosario Novoa (Mariel, fallecida) profesoras de la Universidad de La Habana, y otros tantos no tan jóvenes, aunque su espíritu e intelecto no han sido vencidos por el paso del tiempo, que les dejó el aula como el mejor premio.
Inquietos, polémicos, encontramos en sus clases el alimento espiritual a nuestras necesidades y mentes de adolescentes enardecidos ante la nueva contienda educativa que habíamos asumido.
¡Cuánto nos enseñaron! Supieron prepararnos para la vida e impregnar valores que hoy son estandarte en aquella generación, basados en el respeto mutuo, solidaridad, justicia, amor al trabajo, al estudio y a ser consecuentes con nuestro tiempo.
Ávidos de estimular la capacidad intelectual contribuían a forjar en aquellos institutos la fuerza laboral que más tarde vieron expandirse por las escuelas en el campo de La Habana, en múltiples y variadas especialidades.
Ellos se preocuparon, ocuparon y cuidaron de nuestras vidas, infundiéndonos valor, coraje, y confianza en nosotros mismos, predicados con su ejemplo personal, de cuya raíz han de alimentarse las nuevas generaciones de educadores que se forman en la Universidad y escuelas pedagógicas de nuestra provincia, para contribuir a la educación patriótica de las presentes y futuras generaciones.
En esta jornada por el Día de los Trabajadores de la Educación felicitamos a todos los que como ellos, continúan multiplicando esfuerzos en aras de impulsar las transformaciones de la enseñanza, lograr mayor incorporación de jóvenes a carreras pedagógicas y elevar la calidad del proceso docente-educativo.
O, mejor aún, decirles: ¡Gracias por depositar en cada uno de sus alumnos toda la obra humana que les antecedió y colocarnos a su nivel como maestros de todos los tiempos, en virtud de educar para toda la vida.
(Tomado de el habanero)
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