viernes, 28 de mayo de 2010

Manos a la obra

El colega Elías Argudín Sánchez publicó hoy en el habanero, un editorial relacionado con la necesidad de fortalecer el trabajo, entregándonos a él de forma creadora, como única vía honesta de lograr las mayores riquezas. Se los recomiendo.


José Martí, hombre de amplias luces, rendía un culto infinito al trabajo. Y en correspondencia, en una de sus múltiples referencias a la entrega creadora, apuntaba que de la faena continua y numerosa "nace la única dicha, porque es la sal de las demás venturas." Con lo cual le situó en el centro mismo de la realización personal y colectiva.

Decía también nuestro Héroe Nacional que la "facilidad del trabajo es el principal enemigo de la revolución", y con ello alertaba acerca de los peligros que podían derivar de su desdén.

Martí, otra vez Martí. ¡Siempre Martí! Porque en él los cubanos de todos los tiempos encontramos –y encontraremos- respuestas a nuestros retos e inquietudes del momento. Y esa necesidad, ese amor al trabajo, esgrimido –con certeza casi divina- como fórmula salvadora hace más de un siglo, cuando todavía la revolución era solo un sueño hermoso y al mismo tiempo vehículo de su realización; hoy, visto a través del prisma de las actuales circunstancias y ya dueños, deviene para los cubanos, esencia incuestionable.

Acechados por los peligros y amenazas de múltiples crisis de escala planetaria, además del prolongado acoso del bloqueo y otras presiones del imperialismo yanqui y sus aliados, ahora más que nunca nos vemos ante la disyuntiva de llevar nuestro proyecto a ser tan económicamente viable como humano o iremos al suicidio.

Y en ese rediseño purificador del modelo económico doméstico, lo primero es darle al trabajo su justo valor como única y verdadera fuente de riqueza, en un combate contra sus distorsiones, que empiece por el plano personal y no pare hasta devenir batalla nacional, en tanto, esas deformaciones constituyen una deshonra que tenemos el imperativo de frenar por razones de supervivencia, de desarrollo por alcanzar y ética.

Hace apenas unos días, interrogado en un popular programa de la televisión nacional, un colega mencionaba entre las noticias que más le gustaría darles a sus coterráneos la eliminación del bloqueo, en el plano externo y en el orden local se inclinaba por la implantación de una sola moneda.

Oyéndolo, me hice una interrogante: ¿a cuántos periodistas no nos gustaría ser dueños de tales primicias? Y si bien aquella no depende de nosotros, esta otra, en gran medida, sí; pero para ello se impone antes haber disfrutado la posibilidad de difundir, reiteradamente, mes tras mes, trimestre tras trimestre, año tras año, el crecimiento sostenido del producto interno bruto, la productividad, las exportaciones y la disminución de las compras fuera de nuestras fronteras. Porque, no nos llamemos a engaños, lo uno sin lo otro, dicho en buen cubano, solo sería pan del momento y hambre a partir del día siguiente.

La conclusión es evidente. Tenemos que poner las cosas en su justo sitio y como ha reiterado el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro, ordenarnos y avanzar con un enfoque integral, sin espacio a riesgos e improvisaciones ni apresuramientos, con el concurso de todos y en particular, el ejemplo personal, la previsión, honradez y fidelidad de "los jefes a todos los niveles y los cuadros del Partido y del sindicato."

Habrá que devolverle su posición original a la pirámide allí donde esté invertida; sacar del ahorro los recursos materiales y el dinero que nos faltan y que muchas veces se nos escabullen por los cauces del despilfarro. Se impone arrancarle más fruto a la tierra y darle de comer a nuestra gente, a partir de las producciones propias, porque el mundo está patas arriba y el enemigo acecha, mas "si hay comida para el pueblo no importan los riesgos."

Ha de hacerse valer definitivamente la ley socialista de distribución, que además de justa, estimula y desata las fuerzas productivas. Cada quien debe recibir en correspondencia con su aporte.

De camino hacia la ansiada e impostergable aspiración de invulnerabilidad económica, se imponen muchas otras metas intermedias que guardan relación con el respeto a la institucionalidad, perfeccionamiento de los mecanismos de distribución y venta, calidad de los servicios y planificación e inversiones serias, objetivas, dirigidas al desarrollo y que nos potencialicen con producciones atractivas por su competitividad.

Eso es lo que anhela y espera la generalidad de los cubanos. Si lo tenemos claro, entonces solo nos resta poner manos a la obra.




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